“He
aquí un gran sacerdote, un sacerdote vivo: el trabajador”
José
Martí
Mañana es PRIMERO DE MAYO, DÍA DE LOS
TRABAJADORES, celebración que para nosotros los cubanos es un Día de Fiesta y donde la reafirmación de los que defendemos con la Revolución
quedará reafirmado con la voluntad de resistir y seguir adelante pese a las
zancadillas políticas y económicas que nos pone la oligarquía yanqui, esa que
no ha dejado de mirarnos como su patio trasero y no nos perdona la herejía de
sesenta años de Revolución, contra viento y marea aún pese a nuestras propias
deficiencias y a esa burocracia que nos sigue haciendo daño, tanto como el
enemigo externo.
Por eso en bueno recordar la confianza que
depositó el Apóstol de Cuba en los hombres y mujeres que ganaban el pan con el
sudor de su frente, esos para los que siempre tuvo la palabra de aliento y la
confianza de que entenderían sus prédicas libertarias que culminaron con la
creación del Partido Revolucionario Cubano y en la organización del movimiento
independentista cubano iniciado en 24 de febrero de 1895.
El primer encuentro de José Martí con el
movimiento obrero ocurrió en México a donde llegó en 1875 después de cursar sus estudios universitarios en
España, se había separado de Cuba en 1871 tras ser juzgado y condenado por
oponerse al colonialismo español en la isla. En México trabajó como periodista
de la Revista Universal,
se interesa por las actividades reivindicativas de los trabajadores y no pierde
oportunidad para mostrar sus simpatías, “...causa
un noble orgullo sentirse en un pueblo en el que muchos hombres aman ya el
trabajo y van siendo capaces de cumplir su misión”, además de ser elegido para participar en un
congreso obrero convocado en 1876 por los trabajadores mexicanos.
Luego será el contacto con el poderoso y
heterogéneo movimiento obrero de los Estados Unidos, permeado por los
anarcosindicalistas y mayoriado por los cientos de miles de emigrantes,
principalmente europeos.
En un primer momento sus crónicas mostraban
una severa valoración de los métodos violentos de lucha de los obreros, con sus
huelgas frecuentes e intensas. Su criterio irá evolucionando en la medida que conoce al país, al
capitalismo y a los trabajadores: “Se
viene encima, amasado por los trabajadores, un universo nuevo”
Al organizar el Partido Revolucionario Cubano
para emprender la emancipación de Cuba y Puerto Rico, José Martí contactó con
el organizado y patriótico proletariado cubano, asentado en la península de La Florida, principalmente en
Tampa y Cayo Hueso. Eran en su mayoría obreros tabacaleros, agrupados en
barrios de esas ciudades, verdaderos hervideros de cubanía, que acogieron
gratamente la prédica radical y sincera del Apóstol.
Los une a su labor revolucionaria y solicita
su ayuda para organizar la “Guerra Necesaria” con la que se lograría la
independencia de Cuba y Puerto Rico.
Martí acude a los humildes, en ellos encuentra
valor, patriotismo y disposición de lucha lo que constituye el factor principal
para lograr la unidad de todos los que querían vivir en una Cuba Libre, no
importa su condición social o su orientación política.
La suerte de la revolución independentista que
él organiza, la fía a los trabajadores, a los humildes de la emigración y de la
isla y por ello dice con vehemencia: “Son
como siempre los humildes, los descalzos, los desamparados, los
pescadores...los que se juntan frente a la inequidad, hombro con hombro” porque,
“la verdad se revela mejor a los pobres y
a los que padecen”
José Martí organizó la guerra de liberación
nacional en Cuba a través de un Partido cuyos objetivos iban más allá de la
independencia, en momentos cruciales de la historia de Cuba y de América
Latina, y sufragada principalmente por los trabajadores y la emigración
revolucionaria de la isla, su prematura muerte en combate dejó trunca sus ideas
que aún mantienen su vigencia y están en las bases del proceso revolucionario
actual.