El joven Martí, autor Enrique Caravia
Al conocer la labor
periodística desarrollada por nuestro José Martí desde los Estados Unidos como
cronista de importantes periódicos de América Latina, podríamos pensar que es a
partir de sus vivencias personales de vida que desarrolla ese pensamiento
antimperialista que es hoy uno de sus innegables aportes a las ideas más
progresistas de nuestro continente.
Pero sin embargo, este fragmento escrito en
unos de sus primeros Cuadernos de Apuntes
que data de 1871 durante su exilio en España, nos muestra a un joven de 18 años
con una profunda concepción sobre la sociedad norteamericana y las ideas muy
claras en cuanto a las diferencias entre una sociedad como esa y la que en Cuba
y en América Latina estaban desarrollando pueblos de origen diferente. Sus
palabras son la elocuente prueba del humanista, el cubano independentista y el
que admira y respeta al vecino, pero al que no quiere imitar por considerar que
nuestra circunstancia y formación no son las mismas:
“Los norteamericanos posponen a la utilidad el
sentimiento, - Nosotros posponemos el sentimiento la utilidad.
“Y si hay diferencia
de organización, de ser, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si
nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza
imaginativa y su corazón de algodón y de buques por un corazón tan especial,
tan sensible, tan nuevo que solo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis
que nosotros nos legislemos por las leyes con que ellos se legislan?
“Imitemos. ¡No! –Es
bueno, nos dicen. Es americano, decimos.- Creemos, porque tenemos necesidad de
creer. Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos
asemejarse. La sensibilidad entre nosotros es muy vehemente. La inteligencia es
menos positiva, las costumbres son más puras ¿cómo con leyes iguales vamos a
regir dos pueblos diferentes?
“Las leyes americanas
han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más
alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita
sea la prosperidad a tanta costa!”[1]
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