Tumba que guarda los restos de los ocho estudiantes de Medicina fusilado el 27 de noviembre de 1871, es obra del escultor cubano José Vilanta y Savedra e inagurada en 1890 gracias al movimiento cívico que promovió Fermín Valdés Domínguez y la sociedad habanera de su tiempo.
Un 27 de noviembre de 1871, hace 147 años, el
colonialismo español cometió un crimen abominable contra el pueblo cubano, ese
día fueron fusilados ocho de los estudiantes del primer año de medicina de la
Universidad de La Habana, ¿su crimen?, haber jugado en el cementerio Espada
durante el receso y ser visto por un furibundo integrista, quien les acusó de
haber profanado la tumba del periodista Gonzalo de Castañón[1],
quien había muerto meses antes en un duelo en Cayo Hueso frente a un cubano
independentista.
Nadie probó nada, toda la clase de primer año
fue detenida al día siguiente y en sumario juicio, con la horda de “soldados
voluntarios” en la calle y presionando a las autoridades fueron condenados a la
muerte por el delito de profanadores.
Estos ocho muchachos apenas rebasaban los 20
años, eran hijos de familias acomodadas de la Isla, tenían en sí la rebeldía
propia de su edad y la radicalidad de sus años, como para no enfrentar cayados
el vasallaje de España y sus acólitos en la colonia, su crimen fue ser cubanos,
orgullosos hijos de esta tierra que a modo de venganza fueron sacrificados en
aras de mantener la isla como “La siempre fiel”, que proclamaba la metrópoli
caduca y sus sostenedores en la isla.
Entre los jóvenes de esa clase de primer año
de Medicina estaba Fermín Valdés Domínguez, quien fue uno de los 31 estudiantes
que fueron condenados a prisión, luego del macabro sorteo para elegir a los
ocho que la soldadesca mercenaria exigía para calmar su ira y fue él quien
recopilaría para la Historia los tristes sucesos de esos día, quien en 1873
publicó en la misma España un libro testimonial con lo sucedido, obra que llevó
como exergo un poema de otro joven revolucionario cubano, conocedor de muchos
de los implicados, tan comprometido como ellos por la causa de Cuba y a quien
el hecho le inspiró su poema: “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre”, ese
era José Martí.
[1]En 1887
Fermín Valdés Domínguez logró obtener el testimonio de un sobrino de Gonzalo de
Castañón quien vino a Cuba a repatriar los restos de su tío y le dijo que la
tumba de su tío no había sido profanada,
acusación por la que fueron fusilados los jóvenes cubanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario