jueves, 2 de noviembre de 2017

LA PROSPERIDAD



CUBA 191, BLOQUEO 2
 Todo proceso social de izquierda tiene un basamento importantísimo en la propaganda ideológica dirigido a los sectores menos favorecidos y que constituyen, a no dudarlo, sus bases sus bases fundamentales.
 El capitalismo tiene más de quinientos años sobre la sociedad humana, tiene una capacidad camaleónica de presentarse siempre nuevo y tentador ante los ojos de los desposeídos, hace suyo cada avance para presentarlo como un logro del sistema, cuando en muchos casos son resultados de las luchas sociales de los  marginado, los de abajo o simplemente los filantrópicos pensadores sabedores de que la presión social de los “sin nada” puede acabar con todo el sistema.
 El socialismo, desde sus utopía de igualdad para todos, de la noble idea del “todo para uno y uno para todo”, no es ni mucho menos invención de los “marxistas ateos” que agregaron  la disposición revolucionaria y abierta de luchar contra el capitalismo, por ser el mal mayor de la humanidad y porque es bueno para muy pocos y desastrosos para las mayorías marginadas, utilizadas en aras de hacer crecer las ganancias de los dueños de todo, ese es el dilema.
 En nuestra Cuba, con una historia plagada de páginas de luchas sociales, sometidas por mucho tiempo al rejuego de las grandes potencias, encrucijada de razas y contradicciones, esto no fue la excepción: una burguesía dependiente, antinacional y reaccionaria fue perdiendo creditividad política e ideológica, frente a los movimientos sociales, cada vez más radicales hasta desembocar en la Revolución de 1959 encabezada por Fidel Castro y una heterogénea vanguardia política que fue decantándose más radicalmente a la izquierda impulsada por el dilema de ser destruida por el Imperialismo más grande de todos los tiempos, Estados Unidos, o la alianza con fuerzas de izquierdas de variados matices, que le permitieron sobrevivir en medio de situaciones políticas y militares muy tensa.
 Este constante batallar por la supervivencia política, ideológica y cotidiana, impide una estabilidad económica que permita ir más allá de las conquistas primarias de los que no tienen nada, dejando pospuestas las aspiraciones lógicas de la persona individual en sus ansias por fomentar una “prosperidad” duradera y equitativa que nos haga pensar en el sistema socialista como el futuro de nuestros hijos, prosperidad sin derroche, sin la ampulosidad del lujo ofensivo y vano, basada en el trabajo y el la premisa primera del socialismo, “Cada cual según su capacidad y reciba según su trabajo”, con los márgenes de socialización de  los servicios públicos básicos y la garantía de derechos universales que la sociedad contemporánea refrenda.
 Esa debe ser la base de la sociedad soñada, la Utopía a alcanzar en la que se cumpla aquel sueño martiano de alcanzar: “La dignidad plena del hombre”, sin olvidar nuestro pasado histórico, haciendo posible el sueño de llegar a cada ser humano, protegiendo al débil, pero también respetando y estimulando al más apto, al que más aporta, eso es socialismo, eso es Revolución y es futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario