jueves, 9 de noviembre de 2017

JOSÉ MARTÍ CONTRA LOS ESTADOS UNIDOS





 Los poderosos que nos invitan a olvidar la historia y vivir el presente con sus peligros políticos y sociales de sojuzgamiento y acato a su “modelo y orientaciones” tiene muy claro aquello de “Haz lo que digo y no lo que yo hago”, sino, veamos qué pasó con aquel convite oportunista que hicieron a las naciones latinoamericanas en época de José Martí y el análisis que hace nuestro Apóstol a esa postura hipócrita e intervencionista:

 Entre 1889 y 1891, José Martí librará una de sus más brillantes batallas por los pueblos de América Latina.

 El 24 de mayo de 1888 el presidente de los Estados Unidos “invitó” a  los gobiernos de los países hispanoamericanos independiente a una conferencia internacional en Washington, para estudiar, entre otras cosas, la adopción por cada uno de los gobiernos de una moneda común de plata, de uso forzoso en las transacciones comerciales recíprocas entre los estados de América.

 El 7 de abril de 1890, la Conferencia Internacional Americana propone establecer una unión monetaria internacional que tuviera como base  una o más monedas internacionales, uniformes en peso y ley, que pudiesen usarse en todos los países representados en esta conferencia.

 El 30 de marzo de 1891 un  diplomático de origen cubano presenta un informe a nombre de Uruguay en la Conferencia Monetaria Internacional de Washington, era José Martí quien hace un informe brillantísimo, primero en castellano y después en inglés, recomendando el bimetalismo y recordando de paso que no es “el oficio del continente americano restablecer con otro método y nombre el sistema imperial por donde se corrompen y mueren las repúblicas”

 Martí rechaza las opiniones de la delegación de los Estados Unidos, que aspiraba a la creación de una moneda internacional de plata, propone  la creación de un sistema de monedas uniformes, que harían más morales y seguras las relaciones económicas de los pueblos. Hace una caracterización de los EE.UU. y del peligro que representaba para América las intenciones de ese país.

 En ese discurso hace un llamado a que prevalezca, tanto en el comercio como en la política, la paz igual y culta y que todo cambio de moneda futuro debía hacerse en acuerdo con todos los países implicados.

 En esa misma comparecencia llamó la atención sobre otros aspectos del intercambio desigual entre las naciones de América, al decir “quien dice unión económica dice unión política” y “el pueblo que compra manda”

 Tan ardua fue su batalla que su débil salud se quebranta en aquel “invierno de angustia” de 1890 con la presión del convite de los Estados Unidos, en que por ignorancia, o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington, bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos” y nacieron sus testimoniales “Verso Sencillos” (1891) y escribió  “Nuestra América”(enero 1891), su ensayo más completo sobre América Latina.

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