Manuel García es uno
de esos bandoleros románticos que no faltan en la tradición popular de ningún
pueblo y cuya leyenda es contada de mil maneras por los cubanos. Se cuenta que
fue mambí y que estuvo alzado durante la primera guerra por la independencia de
Cuba por la zona de la actual provincia de Matanzas.
Terminada la contienda, cuentan estas
historias populares, se mantuvo alzado enfrentando las partidas que para su
captura organizaba el gobierno colonial español en la isla convirtiéndose
en un connotado enemigo de España y de
los ricos.
Este Robin Hood tropical asaltaba a los
viajeros en los caminos de una extensa zona del occidente de Cuba
convirtiéndose en un peligro para los ricos a los cuales exigió muchas veces
rescate por su vida.
Enterado de los planes insurrecciónales
de sus compatriotas quiso contribuir a
su modo a los necesarios fondos del Partido Revolucionario Cubano para
organizar la nueva guerra para la emancipación de la isla. Por ello contactó con
el prestigioso periodista cubano negro, delegado del PRC en Cuba y principal
líder del movimiento revolucionario en la colonia Juan Gualberto Gómez, para
entregarle una buena cantidad de dinero para la noble causa de la
independencia; dinero que era parte de un rescate que había recibido por un
secuestro a un acaudalado hacendado criollo.
Juan Gualberto
sabiendo el origen de aquel dinero, escribe a José Martí preguntándole
el destino que debía dársele a aquel dinero y si debía remitirlo al tesorero del
Partido Revolucionario Cubano, Benjamín Guerra. La contundente posición del
Apóstol queda resumida en este fragmento de su respuesta al noble Juan
Gualberto:
“Devuelva, devuelva usted
inmediatamente ese dinero criminalmente adquirido. Con sumas de tal origen no
se va a la honra: el Partido quiere que llegue su bandera a los combates sin
ninguna mancha: para lo que preparamos la guerra, para Gómez y para mí, los
bandoleros solo son criminales, y el dinero que de ellos venga, infama. El
árbol debe venir sano desde la raíz.”
Así se hizo, pero este
cubano descarriado apodado el “Rey de los Campos de Cuba” se alzó el 24 de
febrero de 1895 y murió ese día, en que
se reanudó la guerra por la independencia de Cuba.
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