De
tanto buscarlo, “lo cubano” se nos diluye en una receta de cosas cotidianas que
adoptamos poco a poco en estos cinco siglos de existencia como sociedad.
Cubano es el apego a la familia parietal y la
que nos fabricamos de a “socio”, por esos avatares que el tiempo y la vida nos
va incluyendo.
Cuenteros y chistosos (relaja’o), el cubano
enfrenta lo venga con ese deseo grande de “comerse la vida y las circunstancias”.
Apasionados con lo que emprendemos, capaces de
dar la vida en un momento crucial, pero inconsistentes para mantener el trabajo
diario y seguir luchando por “grandes metas”, cuando estas tienen mucho de
abstracto y poco de resultado directo para la vida.
Fiesteros, leales, patriotas, supersticiosos,
tolerantes por naturaleza, solidarios. No nos busque mucho para la disciplina y
la solemnidad, al cubano estas cosas se le dan poco; mantiene orden a su modo y
es capaz de “tirar la casa por la ventana”, porque mañana será otro día y dios
provee.
Los últimos cincuenta años nos han dado nuevas
“cualidades”: vivimos aislados por mucho tiempo, pero siempre acudimos en ayuda
del “necesitado”, nos instruimos al máximo y afinamos cualidades para las que
parece fuimos hecho: las artes, el deporte, los estudios científicos.
Quisimos ser comunistas y terminamos “cubanistas”,
perdimos la brújula en eso de considerar “del pueblo”, lo que es del “estado
del pueblo” (lo abstracto no se nos da mucho); creamos un entramado burocrático
que no hay dios que lo en tienda y aunque estemos bien claro en eso de la “justicia
social”, siempre queremos sacar ventaja si conocemos un “socio” que administra,
es jefe o distribuye algo.
Son los pecados capitales de repartir la
pobreza y no somos rico. Aquello de “hay pero no te toca” se ha convertido en
barrera a saltar para el cubano de a pie, lleno de precariedades y un saco de
sueños sin cumplir, porque también tenemos nuestro “corazoncito” y nuestros
conocimientos para saber que nos hemos ganado un espacio digno en el mundo,
estemos donde estemos, ahora que el mar no es problema y el emigrado no es un
traidor, de todas formas muchos seguimos llevando la patria a cuesta y queremos
lo mejor para todos y esta es otra parte del ser cubano, “somos cursi a
matarnos”.
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