martes, 31 de mayo de 2016

LOS VERSOS DE JOSÉ MARTÍ Y LA TONADA DE LA GUANTANAMERA




 Muchas veces las popularidad de una obra artística, sea del género que fuere, llega de forma inesperada y cuando menos se le espera. Algo similar ocurrió con los poemas de José Martí de su poemario “Versos Sencillos”, escrito en 1891 y bastante difundidos en nuestro ámbito latinoamericano por aquello de la profundas verdades que encierra y la musicalidad de una poesía muy apegada al romancero popular español.

 En Cuba, desde el colegio recitamos aquellos versos que nos hablan de amistad, de amor al sacrificio, de la virtud humana, del desprendimiento y el rechazo al egoísmo, a la ambición y sobre todo que nos va contando de forma muy hermosa la biografía del Cubano Mayor.

 En el siglo XX cubano el maestro Ernesto Lecuona, uno de los más reconocidos compositores de Cuba, musicalizó uno de aquellos versos, “La rosa blanca” y otros poemas de este poemario martiano, varias versiones del mismo poema nos llegan desde diferentes cuerdas y tesituras para rendir homenaje a Martí.

 Pero  en la  década de los 60s a todos los cubanos nos sorprendió la gran popularidad internacional que alcanza la tonada, “Guajira Guantanamera”, patentada por Joseíto Fernández, retomada por el folklorista estadounidense Piter Sigger, quien la da a conocer al mundo con los “Versos Sencillos” de José Martí, según los había escuchado al músico cubano Héctor Angulo, quien a su vez la toma de la versión del también cubano Julián Orbón. La melodía se populariza de tal forma que en 1966 ya tenía cientos de versiones en todo el mundo y en los más diversos idiomas.

 Vean cuántas circunstancias para que el mundo entero reconociera a Cuba por una emblemática melodía, que su autor había utilizado en los años 40s y 50s para contar por la radio cubana las tragedias de la crónica roja y que ahora volvía a nosotros redimida por la poesía de Martí, cantada por voces de todo el mundo. Aquellas estrofas tomadas al azar del poemario hoy nos identifican y enorgullecen:

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.

Con los pobres de la tierra
Quiero yo mi suerte echar:
El arroyo de la sierra
Me complace más que el mar

Denle al vano el oro tierno
Que arde y brilla en el crisol:
A mí denme el bosque eterno
Cuando rompe en él el sol.

 Ese es mi Martí, el que vive y crece en el alma de los cubanos.
Nota: publicado el 31 de agosto de 2010 en mi primer blog "Martí otra visión"

lunes, 30 de mayo de 2016

LO CUBANO




De tanto buscarlo, “lo cubano” se nos diluye en una receta de cosas cotidianas que adoptamos poco a poco en estos cinco siglos de existencia como sociedad.
 Cubano es el apego a la familia parietal y la que nos fabricamos de a “socio”, por esos avatares que el tiempo y la vida nos va incluyendo.
 Cuenteros y chistosos (relaja’o), el cubano enfrenta lo venga con ese deseo grande de “comerse la vida y las circunstancias”.
 Apasionados con lo que emprendemos, capaces de dar la vida en un momento crucial, pero inconsistentes para mantener el trabajo diario y seguir luchando por “grandes metas”, cuando estas tienen mucho de abstracto y poco de resultado directo para la vida.
 Fiesteros, leales, patriotas, supersticiosos, tolerantes por naturaleza, solidarios. No nos busque mucho para la disciplina y la solemnidad, al cubano estas cosas se le dan poco; mantiene orden a su modo y es capaz de “tirar la casa por la ventana”, porque mañana será otro día y dios provee.
 Los últimos cincuenta años nos han dado nuevas “cualidades”: vivimos aislados por mucho tiempo, pero siempre acudimos en ayuda del “necesitado”, nos instruimos al máximo y afinamos cualidades para las que parece fuimos hecho: las artes, el deporte, los estudios científicos.
 Quisimos ser comunistas y terminamos “cubanistas”, perdimos la brújula en eso de considerar “del pueblo”, lo que es del “estado del pueblo” (lo abstracto no se nos da mucho); creamos un entramado burocrático que no hay dios que lo en tienda y aunque estemos bien claro en eso de la “justicia social”, siempre queremos sacar ventaja si conocemos un “socio” que administra, es jefe o distribuye algo.
 Son los pecados capitales de repartir la pobreza y no somos rico. Aquello de “hay pero no te toca” se ha convertido en barrera a saltar para el cubano de a pie, lleno de precariedades y un saco de sueños sin cumplir, porque también tenemos nuestro “corazoncito” y nuestros conocimientos para saber que nos hemos ganado un espacio digno en el mundo, estemos donde estemos, ahora que el mar no es problema y el emigrado no es un traidor, de todas formas muchos seguimos llevando la patria a cuesta y queremos lo mejor para todos y esta es otra parte del ser cubano, “somos cursi a matarnos”.

viernes, 27 de mayo de 2016

EL HAZ DE VARA




Estoy seguro que no muchos cubanos se habrán fijado que nuestro escudo nacional descansa, se afirma, sobre un haz de varas unidas y que son el eje sobre el que se levanta el gorro frigio rojo con la estrella solitaria.  Ese es un símbolo de unidad, un símbolo que habla de que “en la unión está la fuerza” y de que solo  seremos dignos de ese gorro frigio si sabemos defender la unidad que nos hace fuerte frente a los retos que la modernidad nos impone.
 Los tiempos que corren son los de la exaltación del “individualismo” que no de la “individualidad”, el individualismo es el egoísmo mezquino de lo mío y lo demás que se jodan, en tanto la individualidad es la personalidad única que somos funcionando como un todo con las otras personalidades en busca del bien común, eso significa el “Haz de varas” de nuestro escudo, varas devenidas en columnas para para resaltar nuestra obra única y a la vez humanamente compatible con los nobles de la tierra, no los nobles de títulos arcaicos sino los nobles que cumplen aquella máxima martiana  de que, “ser bueno es más que ser príncipe”, he ahí la idea que defendemos.