Muchas
veces las popularidad de una obra artística, sea del género que fuere, llega de
forma inesperada y cuando menos se le espera. Algo similar ocurrió con los
poemas de José Martí de su poemario “Versos Sencillos”, escrito en 1891 y
bastante difundidos en nuestro ámbito latinoamericano por aquello de la
profundas verdades que encierra y la musicalidad de una poesía muy apegada al
romancero popular español.
En Cuba, desde el colegio recitamos
aquellos versos que nos hablan de amistad, de amor al sacrificio, de la virtud
humana, del desprendimiento y el rechazo al egoísmo, a la ambición y sobre todo
que nos va contando de forma muy hermosa la biografía del Cubano Mayor.
En el siglo XX cubano el maestro
Ernesto Lecuona, uno de los más reconocidos compositores de Cuba, musicalizó
uno de aquellos versos, “La rosa blanca” y otros poemas de este poemario
martiano, varias versiones del mismo poema nos llegan desde diferentes cuerdas
y tesituras para rendir homenaje a Martí.
Pero en la década de los
60s a todos los cubanos nos sorprendió la gran popularidad internacional que
alcanza la tonada, “Guajira Guantanamera”, patentada por Joseíto Fernández,
retomada por el folklorista estadounidense Piter Sigger, quien la da a conocer
al mundo con los “Versos Sencillos” de José Martí, según los había escuchado al
músico cubano Héctor Angulo, quien a su vez la toma de la versión del también
cubano Julián Orbón. La melodía se populariza de tal forma que en 1966 ya tenía
cientos de versiones en todo el mundo y en los más diversos idiomas.
Vean cuántas circunstancias para que
el mundo entero reconociera a Cuba por una emblemática melodía, que su autor
había utilizado en los años 40s y 50s para contar por la radio cubana las
tragedias de la crónica roja y que ahora volvía a nosotros redimida por la
poesía de Martí, cantada por voces de todo el mundo. Aquellas estrofas tomadas
al azar del poemario hoy nos identifican y enorgullecen:
Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.
Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.
Con los pobres de la tierra
Quiero yo mi suerte echar:
El arroyo de la sierra
Me complace más que el mar
Denle al vano el oro tierno
Que arde y brilla en el crisol:
A mí denme el bosque eterno
Cuando rompe en él el sol.
Ese es mi Martí, el que vive y crece en el alma
de los cubanos.
Nota: publicado el 31 de agosto de 2010 en mi primer blog "Martí otra visión"