Con
esta frase resumía Fidel en los primeros años de la Revolución la posición de
la Revolución Cubana y el pueblo cubano frente a la embestida reaccionaria y
elitista de la burguesía de Cuba ante los avances de la Revolución con su carga
de radicalidad, beneficios populares, pero al mismo tiempo perjuicio para esta
clase que hasta ese momento había
ostentado el poder en Cuba; junto a ella se alineó un clero católico que hizo
militancia con los más ricos y olvidó que un cura del pueblo, el padre Sardiñas llevaba
sotana verde olivo y la estrella rojinegra de comandante.
Ese fue el desencuentro primero y fundamental,
no había un clero esencialmente cubano, ni popular, pero Cristo no vivía solo
en las Iglesias sino en los hogares olvidados en los que un “Corazón de Jesús”,
tomado de algún almanaque era tan popular como nuestra Virgen del Cobre, los
vasos espirituales, y las imágenes de santo de doble y triple significación
para un culto popular basado en la bondad, la solidaridad, la ayuda al hermano
y la condena a lo mal hecho.
Por algo la Virgen de la Caridad del Cobre fue
Mambisa y Rebelde, madre de los desamparados y los sin voz, esa era la Cuba que
inició la Revolución más humanista de este Hemisferio.
“Traicionar
al pobre es traicionar a Cristo” dijo Fidel ante los Judas que hicieron causa
común con las minorías poderosas y el pueblo se llevó a Cristo al reservado
lugar de los afectos y lo tuvo allí reposando en espera de tiempos mejores
porque Cristo fue miliciano en Cuba, machetero en las zafras, sanador de
injusticias en medio de un proceso que no fue perfecto, y perdonó porque no
olvidamos aquello de: “Haz bien y no mires a quien”, ”Ayúdate que yo te ayudaré”
y muchas otras frases populares del
evangelio que fueron y son la expresión de bondad de este pueblo expandido,
noble e inteligente que recibe al Papa Francisco este sábado, un Papa que habla
de nuestras problemáticas, que no cierra los ojos ante los problemas de estos
tiempo y que es latinoamericano tan argentino como el Che, dos personalidades
que si pudieran dialogar encontraría más puntos en comunes que desencuentros.
¡Bienvenido
Francisco los cubanos abrimos nuestros brazos para cobijarte!
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