miércoles, 2 de septiembre de 2015

AUTOSUFICIENCIA



En décadas anteriores este valor humano era considerado en Cuba un antivalor por el simple hecho que para muchos era el antítesis del trabajo en grupo, del apoyo mutuo y por ende  la forma más cercana al individualismo desde donde se podía llegar al egoísmo.
 Recuerdo que en muchas asambleas de ejemplares y de “escogencia” de los mejores, señalarle a alguien ser un autosuficiente era marcarlo como que tenía un problema y debía superarlo.
 En realidad lo que todo el mundo entendía era que ser “gregario” era signo de dependencia y por ello de seguridad del grupo “porque todo en grupo sale mejor”, en realidad había muchos “recostados” que no contribuían nada al grupo y en el grupo había líderes que sabían lo que había que hacer y la tarea salía, ¿resultado?, premio colectivo y desalentador para los que verdaderamente habían trabajado.
 También por esos años se acuñó una verdad, “ser autosuficiente: suficiente no era malo”, era y es bueno; lo malo estaba en aquellos equipos y colectivos llenos de “recostados”, “vagos”, “oportunistas” y “doblemoralistas” viviendo a costa del sacrifico de todos.
 Es necesario que los colectivos estén llenos de  autosuficientes, personas que sepan lo que hay que hacer y puedan emprender su tarea sin que otro tenga que hacer su parte o esperar que ellos terminen para completar el encargo social, esos son los buenos y por eso es necesario aplicar con justicia aquella fórmula económica socialista: “Dé cada cual según su capacidad y reciba cada cual según su trabajo”

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