Es realmente una lástima que el Premio Princesa de Asturia 2015 conferido a
Leonardo Padura por su obra literaria, haya pasado en los medios oficiales de
prensa cubano, por debajo de la mesa, cierto que lo difundió el periódico
Juventud Rebelde y que CUBADEBATE también se hizo eco de esta buena nueva para
nuestra cultura, pero la radio y la televisión, medios que en Cuba son
decisivos por su audiencia no dijeron nada, y no hubo la alharaca que armamos
con estos premios cuando lo gana un cubano “revolucionario”.
Padura, es Padura, una amante del
beisbol que leo desde los años que hacía crónicas para ese mismo Juventud
Rebelde que se dignó con dar la noticia, con él supe de esas
historias hermosas del cubano sin historia, cuando la historia era colectiva y
el hombre individual era solo “parte de algo”, ha escrito de beisbol, su gran
pasión de cubano y subió a recoger este premio con una pelota de beisbol, con
orgullo porque para el cubano eso es tanto como un símbolo nacional.
Qué lástima, es verdad que
Padura es Premio Nacional de Literatura y sus libros se agotan, más ahora
cuando ha cogido la manía de contarnos las cosas con un poco de imaginación e
ironía criollla, apego a la realidad de la calle, fundamentalmente de esos años
90 cuando supimos salir adelante a pesar de todo, él es uno de los
sobrevivientes, pero en los círculos oficiales hay un silencio que no se
merece.
El piensa distinto, se ha
decepcionado del sueño que compartió con mucho de los cubanos de nuestra
generación, su crítica de “francotirador” parece venir más del interés de
alagar a sus editores que de mejorar el “proyecto” que compartimos, qué bueno,
al menos sigue viviendo en Mantilla y fumando esos tabacos cubanísimos que su
estatus económicos le permiten comprar.
Yo no soy Dios para juzgarlo, soy
lector para admirarlo y eso hago, por eso me duele que “algunos” envidiosos
quieran ahora negarle el agua y el pan.
He admirado ese Mario Conde
cubanísimo y de carne y hueso tan alejado del estereotipo del investigador de
bronce que nos vendió la novelística policial cubana de las décadas de los 70 y
los 80, que muchos siguen creyéndose, o la militancia sin tacha de los hombres
de mármol, que parece que nunca discutieron, discreparon y hasta fueron
sancionados por pensar distintos.
A pesar de todo, no tengo y no estoy
de acuerdo con todo lo que dice o escribe Padura, ese es su problema pero
quiero felicitar de corazón al paisano que llegó lejos, al periodista que
siempre admiré y al novelista que me da otra visión de mi mundo.
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