Desembarco de José martí y Máximo Gómez por Playitas de Cajobabo. 11 de abril de 1895.
Dibujo de Hernández Giró (1939)
La llegada de José Martí a Cuba en abril de
1895 está antecedida por una serie de dificultades y obstáculo que se empeñaban
en impedir su necesaria presencia en los campos insurrectos donde esperaban
cientos de combatientes mambises enfrentados a las fuerzas colonialista desde
el memorable 24 de febrero de 1895 en que se levantaron para conquistar la
independencia de la isla.
Desde
ese momento para Martí era una angustia estar fuera de Cuba, sabía que su lugar
estaba allí, junto a los que arriesgaban la vida y vivían las penurias de la
guerra, por eso emprende el viaje a República Dominicana, en busca del
Generalísimo sorteando el peligro del espionaje español que lo persigue e
intenta impedir lo que saben es un hecho, su incorporación a la lucha
emancipadora en Cuba.
En
medio de la tranquilidad de saberse cumplidor de sus deberes para con su
pueblo, José Martí escribe a Tomás Estrada Palma, poco antes de emprender el
deseado viaje que lo conduzca a Cuba:
“Acaso faltan pocas
horas para emprender el camino, impedido y demorado hasta hoy; y las palabras
son naturalmente escasas, e inútiles. (...) No habrá dolor, humillación,
mortificación, contrariedad, crueldad, que yo no acepte en servicio de mi
patria. Tal vez fuera nulo mi empeño de hacer entender plenamente a los hombres
la absoluta consagración de un ser humano al bien ajeno, con desistimiento
voluntario de todas las tentaciones o ambiciones que afean o desvían usualmente
la mayor virtud: pero esa es mi consagración.” (José Martí, O. C.
T. 4: 117)
El 1º de abril de 1895, la pequeña expedición,
conformada por José Martí y Máximo Gómez, acompañados además por los cubanos
Francisco Borrero, César Salas, Ángel Guerra y el dominicano Marcos del Rosario
sale de Montecristi en la goleta “Brother”, cuyo patrón John Bastian se había
comprometido con Martí a llevarlo hasta las costas de Cuba, mediante el pago de
una suma de dinero que el Delegado le adelantó.
Horas
después, la pequeña goleta arriba a la isla de Gran Inagua, posesión británica
de Las Bahamas, en lo que se suponía fuera una escala de rutina. Pero las
circunstancias de guerra en la que ya estaba envuelta la isla de Cuba, junto
con el férreo cerco del espionaje español en torno a la figura del Apóstol,
determinaron que las autoridades inglesas se esmeraran en el registro de la
embarcación, hasta el punto de querer incautarle las armas personales que
llevaban los expedicionarios, pese a que no conocían la identidad de los
viajeros.
Estas
presiones de las autoridades aduanales de Gran Inagua acobardaron al patrón de
la goleta quien poco después comunica a Gómez y Martí que dos de los tres
marineros había desertado y que sin ellos no podías zarpar, intenta eludir su
compromiso y Martí lo enfrenta con firmeza hasta que logra que le devuelva el
dinero íntegro que le había entregado por la encomienda no cumplida.
Máximo
Gómez se refiere a este episodio en estos términos: “Yo vi a Martí resuelto,
cuando no contento el destino con la desgracia con la cual acababa de
fustigarnos, dispuso fuésemos traicionado y abandonados en el mar, por los
mismos que se habían comprometido mediante una retribución adelantada, a
conducirnos a la tierra amada(...)(De Zendegui: 1954: 207)
Varados en Inagua José Martí hace ingentes
esfuerzos por encontrar una solución, su principal contacto en la isla es el
cónsul de Haití, persona noble y arriesgada que se identifica con la causa de
los cubanos. A las dos de la tarde del día cinco de abril arribó al muelle de
Inagua el vapor carguero
“Nordstrand”, de bandera alemana
conducido por el capitán Heinrich Julius Theodor Lowe(1)
Presentado por el cónsul haitiano José Martí
conoce al capitán Lowe y sostiene con él una larga conversación en su camarote,
tras la cual logra convencerlo para que los admita como pasajeros
semi-clandestino en su buque ofreciéndoles 500 pesos como garantía contra
riegos.
El día
5 de abril abordan el barco con pasaportes falsos expedidos por el cónsul M. B.
Barbes, en la madrugada del 6 atracan en
Cabo Haitiano para tomar mercancía, en tanto los expedicionarios se ocultan en
casas de amigos hasta la medianoche del 9 de abril en que abordan nuevamente el
vapor.
El 10 de abril
escribe a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, su voluntad de llegar a Cuba es
manifiesta:
(...) Volvemos a
salir-si no llegáramos ahora, volveríamos a salir. Eso es lo que han de desear
saber. Corrimos riesgo de encallar, de ser asediados en un islote sin salida,
de ser clavados en él: nos salvamos del riesgo. (...) El cable, no he debido
usarlo, porque por que por él, que está vigilado o vendido, se sabría nuestro
camino,(...) (José Martí, O. C. T. 4: 121)
Salen nuevamente rumbo a Gran Inagua a donde
arriban en la madrugada del 11, allí les informan que se conoce de su presencia
en el Nordstrand y de la búsqueda que han emprendido cañoneras españolas e
inglesas para detenerlos. A las diez de la mañana zarpan nuevamente, en medio
de un mal tiempo que dificulta la navegación por el Paso de los Vientos. La
capacidad marinera de la nave, su velocidad, el hecho de ser un buque
prácticamente nuevo(2) y la pericia de su capitán, le permiten burlar la
vigilancia y acercarse a las costa del sur de Guantánamo aproximadamente hasta
una milla, momento que aprovechan los valientes expedicionarios para tirar el
bote al agua y en medio de un torrencial aguacero llegar a las costas cerca de
las diez de la noche por la
Playita de Cajobabo.
Lo
ocurrido esa noche tiene mucho de legendario y místico, seis hombre y una sola
voluntad, esperan el momento justo para llegar a tierra cubana, la marejada
bate los farallones imponentes y ellos deciden abordar el bote. “Yo no sabía
lo peligroso que es la arrancada de un vapor para una embarcación menor que
este arrimada a su costado”(De Zendegui:1954:210) escribirá Máximo Gómez.
En
realidad ninguno de ellos es marinero y solo con voluntad enfrentaron a golpe
de remos las tres millas que los separaba de la tierra cubana, el temporal
arrecia y en la oscuridad la posibilidad de hallar el rumbo desaparece, Martí
lo resume así: “Ideas diversas y revueltas en el bote. Más chubasco. El
timón se pierde(...)la luna asoma, roja bajo una nube”(José Martí: O.
C. T. 19: 215), es la esperanza de
llegar sanos a la costa y el bote enrumba en medio de la noche hasta tocar
tierra en aquella pequeña playita pedregosa.
Aquí
encontró Martí la mano amiga del campesino cubano, y cien años después
Guillermo De Zendegui recorrió estos lares, buscando las huellas del Apóstol,
su testimonio lo dejó en un libro desconocido por muchos pero imprescindible
para conocer las huellas de nuestro
Martí en su paso por estas tierras, con sus palabras quiero terminar este
recuento:
“
Playitas tiene una extensión aproximada de doscientos metros y apenas cincuenta
pasos de profundidad. A su respaldo, el farallón se eleva como una muralla de
impresionante verticalidad; solo una difícil ruta natural la hace accesible por
tierra; la que inevitablemente debió seguir Martí. A golpe de machete va
discurriendo la trocha por el abra de dos montes, a la derecha de la playa. Del
otro lado es ya visible el caserío de Cajobabo.
“Grande
debió ser la sorpresa del campesino Leyva, que fungía de alcalde de barrio,
cuando a su casa llegó a pedir abrigo aquel puñado de patriotas.
“No hace mucho vivían aún los vecinos que
aseguraban haber quemado el bote de los expedicionarios; y sobrevive un miembro
de aquella familia(1953) cuya franca y oportuna ayuda hizo exclamar a Martí:
“-
Yo no olvidaré nunca todo lo que ha ocurrido esta noche; pero mucho menos el
encuentro con esta gente, a este fogón y a este café”(De Zendeguí: 1954: 211)
(1)
El
capitán Lowe nació en Arnis, Silecia, Alemania el 6 de febrero de 1859, casado
con Agnes Marteus, con la que tuvo cinco hijo, se radica en Hamburgo. Fue
capitán de la marina, inspector del puerto de Amsterdan durante la
Primera Guerra Mundial y murió a los 76 años el 1º de
febrero de 1935.
(2)
El
Nordstrand, era un carguero de flete, construido en los astilleros de Neptum de
Rostock, con el Nº de construcción 139 para los armadores Langel-Kiel y botado
al agua en 1893. Casco de acero, eslora 64,30 mts. y 9,80 de manga. Desplaza un
tonelaje de 886 ton. Propulsión mixta de velas y máquina de 400 C.V. Velocidad de 9,5
nudos.
BIBLIOGRAFÍA
-
De
Zendegui, Guillermo: Ámbito Martiano: La Habana, 1954
-
Gómez
Toro, Bernaldo: La famosa expedición Gómez-Marti(1895): 1953
-
Guerra
Díaz, Ramón: Lowe y el Nordstrand(Conferencia): 2004
-
Martí,
José: Obras Completas. La Habana, 1991
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