lunes, 8 de diciembre de 2014

LA HABANA, MARAVILLA DEL MUNDO





Una vista nocturna tomada desde el Hotel Habana Libre por el singular lente de mi amiga asturiana Sussy, a quien saludo y dedico este festejo por La Habana

A nosotros no nos cabía dudas, La Habana es una Maravilla del Mundo, en primer lugar por su gente multiétnica, racialmente mezclada y con una alegría de  vivir y salir adelante, como pocos en este mundo violento (La Habana es una ciudad de paz) y egoísta (La Habana y Cuba son paradigma de la solidaridad).
 Como pocos he recorrido esta ciudad, no solo en su centro histórico, archiconocido y publicitado, sino La Habana profunda, en la que vivimos las dos terceras partes de los que en ella trabajamos, estudiamos, disfrutamos y en muchas ocasiones la maltratamos.
 La Habana no es un nido de rascacielos, aunque tiene su Vedado con emblemáticos y fundacionales edificios que hablan del cómo comenzó todo. Hoy son niños de teta El Focsa, el Habana Libre, el Somellán, gigantes pigmeos que embellecen el paisaje habanero  desde su terraza marina que es ese Malecón saludable y hermoso, visitado a diarios por miles de personas, cubanos y turistas.
 La Habana es una ciudad de resistencia donde el turista se asombra de su museo rodante, cientos de automóviles y camiones de las décadas del 60, 50 y más atrás.
En La Habana todo es eterno y todo deja su huella, sino mire a su bien conservado centro histórico, Patrimonio de la Humanidad y con uno de los más eficientes modelos de gestión local auspiciado por la Oficina del Historiador de la Ciudad,  ese mismo (Eusebio Leal) del que nos sentimos orgulloso por su elocuente retórica y por ese “decir es hacer”, que aún en medio del caos fue fuente de inspiración y continuidad.
 Pero subamos a mi barrio, ese municipio “10 de Octubre” con epicentro en la loma de Jesús del Monte, donde una iglesia rural antigua y hermosa preside el día a día del espacio más densamente poblado de La Habana. Este espacio territorial tiene ejemplos de arquitecturas de todo tipo, desde Art Noveau y Art Decó, hasta el intento ecléctico de los maestros de obra catalanes: La Víbora, Santo Suárez, Luyanó, Lawton, todos barrios populares con historia, unidos por esa vena cenital que es la Calzada de 10 de Octubre, esa misma Calzada de Jesús del Monte por la que bajó la rebeldía de los vegueros  por el siglo XVIII.
 La Habana inmensa crecida en Guanabacoa y regla, al otro lado de la bahía, el Marianao, al otro lado del fundacional río Almendares,  con su exclusivo Miramar, el último refugio de la burguesía cubana y sus palacetes pretenciosos creados por la segregación del dinero, junto a un mar más tranquilo, lejos de la plebe. Hoy es zona de embajada, residencia de extranjeros, de cubanos famosos (desde artistas y deportistas hasta políticos), una zona exclusiva que se salpicó de pueblo con los “Planes de becas” de la Revolución allá por los 60, llenando de hijos del pueblo ese espacio exclusivo.
 Esta es La Habana, la que tarda en resolver sus problemas de salubridad, de reparación de viviendas, de aglomeración poblacional, la meca del provinciano, la que resistió siempre y a la que resulta muy difícil encontrar el gentilicio de habanero, en más de tres generaciones de una misma familia, la capital de todos los cubanos.
 José Martí un habanero íntegro y leal dijo de ella: “La Habana no peca de miedo... es soldado La Habana…como la isla toda”, así es ella, la ciudad que siempre nos asombra.


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