Parque José Martí en Guantánamo, la ciudad de mis amores
De tanto en tanto es bueno hacer mutis y
reflexionar, vivir y esperar, a modo de poder tener mayor perspectiva de los
temas que uno quiere tratar, por ello a veces hago silencio y trato de leer más
que de escribir, observar el pedacito de mundo que me toca vivir y tratar de
interpretarlo… me da muy buen resultado.
El fin de mi espacio no es la celebridad, ni
el altisonante tono de la estrella, sino el criterio del hombre común, ese que
no tiene camisa, pero quiere trasmitir lo que pasa en su aldea, su rincón y su
vida, que al fin y al cabo es la humanidad que conozco.
Andar la vida por esta isla que cambia sin
traumas, tiene su precio, por un lado ver la pragmática de la abeja
predominando en los míos, laboriosidad como sinónimo de progreso, vista fija en
metas precisas y ojo avizor a la espiritualidad de los valores que
garantizarán la salud de la sociedad
cubana.
Alguien dijo una vez y el vulgo repitió miles
de veces, “que este era el único país donde se podía vivir sin trabajar”, y de
ello no tuvo la culpa del todo el pueblo, sino la desvalorización del trabajo
como fuente de bienestar y el empadronamiento de un estado “paternalista” y “monolítico”
que como padre recto e intransigente te imponía el aquello, de “yo te mantengo,
tú me obedeces”.
“Sin prisa, pero sin pausa” como dijo el presidente
Raúl Castro, esto va cambiando, la democracia se hace real, participativa y “diversa”,
“contestataria”, porque es el único modo en que no se acomode esa “real e incómoda” burocracia estatal,
prepotente y muchas veces corrupta, hasta que le cae el peso de la Ley, que en
Cuba no son nada contemplativa.
No estamos construyendo el capitalismo como
algunos retrógrados de izquierda temen, estamos perfeccionando un sistema que
admite la participación del pequeño y mediano productor, de la iniciativa
personal, de los artistas, artesanos, campesinos, intelectuales y de todos
aquellos que de buena fe quieran ganarse su dinero en Cuba, sin especular, sin
sobornar, ni explotar al pueblo, para eso si tenemos un estado fuerte, claro en
sus funciones de salvaguardar los interés soberanos de la sociedad y mejorar
esas conquistas sociales que hoy son un orgullo para nosotros, aunque haya
algunos que la disfrutan, pero la denigran, de todo hay en la viña del señor.
Ese es mi mundo, en el cual participo desde
donde me toca, activo, escuchado y actuante.
Saludos
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