JOSÉ MARTÍ, AUTOR KAMIL BILLAUDY
“…Y MI HONDA ES LA DE DAVID”
En medio de una emergencia sanitaria, como la que estamos viviendo en bueno recordar que en este año 2021 se cumplen 130 años de aquella “Conferencia Monetaria” convocada por los Estados Unidos de América en agosto de 1891, convite de “lobo” y “ovejas” en el que estaba en juego la propuesta de la nación norteña para crear una unión monetaria que por supuesto convenía mucho más a la burguesía yanqui que a sus vecinos latinoamericanos.
El gobierno de Uruguay nombró como su representante en dicho conclave al cubano José Martí, por entonces Cónsul de Uruguay en los Estados Unidos, quien no fue un “Convidado de piedra” en dicha conferencia, sino un agudo crítico a las intenciones del gobierno norteamericano, he aquí, íntegra y vigente, su misiva al Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, sobre su actuación en esta Conferencia Monetaria Internacional:
Consulado General del Uruguay
New York, 20 de agosto de 1891
A. S. E. el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de la República Oriental del Uruguay,
doctor Don Manuel Herrero y Espinosa.
Señor Ministro:
Cúmpleme hoy, al remitir a V. E. el Libro de Actas de la Conferencia Monetaria Internacional Americana, dar cuenta a V. E. del desempeño del cargo de Delegado de la República ante la Conferencia, con que se sirvió el Superior Gobierno honrarme, y el cual recibí con ilimitado
agradecimiento, y la determinación de servir en él a la República con el cuidado y afecto de un hijo.
Las actas relatan, mejor que pudiera este sucinto informe, la parte que cupo a la República del Uruguay en las deliberaciones de la Conferencia, y la acción continua que en ella fue dado ejercer a su Delegado, en acuerdo estricto con las instrucciones del Superior Gobierno, y con lo que imponen a un observador vigilante los intereses patentes de nuestros países americanos.
El reconocimiento justo y sereno de las hermosas conquistas materiales que con la ayuda incesante de la energía universal inmigradora han realizado los Estados Unidos de América, el estudio íntimo y desapasionado, sin recelo y sin deslumbramiento, de la Organización política del Norte, en que la publicidad y la frecuencia del turno salvan el régimen republicano de la mayor parte de sus propios vicios y degeneraciones, y el esmero con que el representante de una nación, siquiera sea en puesto humilde, ha de cultivar, con sinceridad cordial y expresa la simpatía del país en que ejerce sus funciones, no podían confundirse, en la mente del Delegado, a la hora de prueba de la Conferencia, con la necesidad por ningún modo útil, ni oportuna, de seguir precipitadamente, en los asuntos de la Conferencia Monetaria, una iniciativa que pudiera, en tiempos de delicadas relaciones, atraer sobre la República la animadversión de sus contratantes habituales, o entrabar, por obligaciones no compensadas, los tratos futuros del Superior Gobierno, y los individuales de los ciudadanos, con los países que demuestran de hecho su fe en el progreso del Uruguay, y consumen sus frutos.
Con ese espíritu fortalecido por las instrucciones de V. E. y la aquiescencia de las Delegaciones en ellas señaladas, entró el Delegado del Uruguay a participar de los debates de la Conferencia, que dio puesto a la República en la Comisión de Credenciales. Ese espíritu mantuvo el Delegado desde las primeras sesiones, con el apoyo visible de la mayoría de la Conferencia. Y en él hubo de afirmarse al oír las proposiciones de la Delegación misma de los Estados Unidos, la cual en nombre del país que había provocado la reunión de la Conferencia, declaraba a ésta inoportuna e inmadura, y reconocía la nulidad de todo esfuerzo de unión monetaria entre los pueblos Americanos con el predominio o fijeza de la plata por mira, si no se contaba con el asentimiento de los mercados regulares de Europa.
Cupo a la República del Uruguay el honor de formar parte de la Comisión encargada de informar sobre las proposiciones de los Estados Unidos, y de ser elegida por los miembros de la Comisión para preparar el informe que, unánimemente aprobado por los cinco miembros, aparece en las actas, de fojas 43 a 50.[1]
Suscitado con tesón, al debatir el informe, en frente de los deseos expresos del mismo gobierno invitante, el plan inútil para todo fin visible, ,de mantener en permanencia la Conferencia que sus propios promotores, y la comisión unánime de informe, declaraban fuera de ocasión y lugar, mantuvo el Uruguay, con poca compañía al principio, y al fin con el voto unánime de la Conferencia, que debían declararse terminados como se declararon, los trabajos de la Conferencia Monetaria Internacional Americana.
Cree, Excmo. Señor, el Delegado del Uruguay, haber obrado en acuerdo con las instrucciones del Superior Gobierno, y los intereses de la República, y de los pueblos Americanos; y tendría a honor singular que su gestión hubiese merecido la aprobación del Superior Gobierno, que se sirvió hacer recaer en él esta distinción inmerecida e inolvidable.
Tengo la honra de saludar a V. E. con mi más alta y respetuosa consideración.
José Martí
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