jueves, 12 de agosto de 2021

A FIDEL, POR SU EJEMPLO DE VIDA

 

Cuando yo era un niño, allá por los lejanos 60s, los cubanos no conocíamos la fecha de nacimiento de Fidel, y llegaba agosto con todo el calor y no eran tiempos de cumpleaños; en aquellos días germinales no pasaba un mes sin que ocurriera algo nuevo que asombraba al pueblo y nos jugábamos la vida por ser distintos.

 En ese entonces, Fidel nos parecía eternamente el mismo barbudo de la Sierra, incansable con sus largas zancadas y kilométricos discursos en los que hoy nos asomamos para comprender que en esos días, a más de resolver la cotidianidad, se estaba asomando al futuro y en muchas ocasiones quiso acelerar su construcción. Desde entonces era una costumbre que si pasaba algo trascendente en política o en nuestra vida de pueblo, esperábamos a ver qué dice Fidel.

 El líder… “es aquella persona capaz de inspirar y guiar a individuos o grupos.  El líder es el modelo para todo el grupo. No debe ser de ningún modo un caudillo, un cabecilla, el líder no adopta algunos valores negativos de estos, es mucho más.

“El líder es sencillo, veraz, capaz de trabajar en grupo, capaz de expresar libremente sus ideas, capaz de luchar por sus principios, tiene buenas relaciones humanas, piensa con estrategia, etc.”[1]

  Recuerdo muy bien cuando murió el Che y allá en la Plaza de la Revolución, increíblemente silenciosa, nos dijo a todos y principalmente a los que entonces éramos adolescente, que Ernesto Guevara era el modelo de hombre y revolucionario al que debíamos aspirar,… y soñamos y quisimos ser como el Che.

 También vienen a mi memoria aquellos tristes días de 1970, en medio de un inmenso campo de cañas de azúcar, un grupo de adolescentes lloramos inconsolablemente, cuando desde la radio Fidel nos decía que no se podrían hacer los diez millones de toneladas de azúcar, por la que tantos sacrificios habíamos hecho,… y luego del silencio, él mismo nos dijo que había que convertir el revés en victoria.

 Ese es Fidel, leyenda para los que desde lejos supieron de su coraje, inteligencia y virtudes; y para nosotros los cubanos, los que hemos crecido con sus decisiones, rectificaciones, victorias y errores: el invicto hombre conductor de pueblo, síntesis de su coraje, voz de sus aspiraciones y escudo moral de sus virtudes.

 “Porque la vida de Fidel trasciende a su persona individual. El nombre de Fidel condensa las aspiraciones, las resistencias y los sueños rebeldes de numerosos pueblos, no sólo del cubano, contra el capitalismo, el imperialismo y el neoliberalismo. Si el Che Guevara es el símbolo mundial de la rebeldía juvenil, su amigo y compañero Fidel representa la máxima expresión de las rebeliones antiimperialistas y socialistas del Tercer Mundo. Por eso es tan despreciado por los poderosos del planeta, sus monopolios de (in)comunicación y la CIA, incluyendo en esta fauna atroz a los extremistas millonarios de Miami que hoy quieren, mezquinamente, ocupar el centro de la escena mediática con su prédica de odio, resentimiento y muerte.” [2]

¡Qué bueno que está de nuevo ahí,  firme en sus ideas, dando el ejemplo, ahora inmortal, pero vivo en su obra, su ejemplo y sus convicciones, seguimos soñando, fieles a su obra!

 




[1] C. Flores, “El líder”. Monografía. http://www.monografias.com/trabajos72

[2] Néstor Kohan, “Y después de Fidel qué?, Argentinas, 1/8/2006

 

Guardar

martes, 10 de agosto de 2021

EN UN INVIERNO DE ANGUSTIA

 


 

 Hace 130 años, en agosto de 1891, nuestro José Martí publicó en Nueva York el poemario más conocido, ese  que repetimos adultos y niños en nuestra bella isla y que resume su posición ante muchas problemáticas sociales y que hoy lo han puesto en ese lugar en el que quiso estar: "No me pongan en los oscuro/ a morir como un traidor/ yo soy bueno y como bueno/ moriré de cara al sol"; ese entre muchos otros que resumen un apostolado que los cubanos hemos hecho nuestro y que van acompañado de un prólogo en el que nuestro Martí explica cómo nacieron esos versos, en medio de "aquel invierno de angustia" cuando representaba al Uruguay en la Conferencia Monetaria convocada por el gobierno yanqui y al que se opuso con "verbo" y "alma", porque sabía como nadie las verdaderas intenciones de aquella oligarquía  deseosa de  convertir a "Nuestra América" en su patio trasero y lugar de influencias de su poderosa maquinaria política y económica

 Eran los "Versos Sencillos", su confesión de fe cubana y de apego a los humildes de la tierra, los mismos que en la década del 60 del siglo XX dieron la vuelta al mundo en  voz de cientos de cantores con la tonada inmortal de "La Guantanamera"  de Joseito Fernández y que hoy es proclama e himno de las nobles causas de los "pobres de la tierra".

jueves, 5 de agosto de 2021

JOSÉ MARTÍ, CRONISTA DEPORTIVO

 

Se mueven por estos días en los diversos medios de comunicación noticias referidas a los Juegos Olímpicos, que en su versión 32 ocupan por segunda vez la capital de Japón, es por eso que traigo a colación las impresiones de nuestro José Martí sobre el deporte de su época en atinados comentarios sobre las actividades deportivas que conoció durante su estancia en la ciudad de Nueva York.

  Se entrega al periodismo fecundo en estos último quince años de su vida, sus crónicas serán la palabra advertidora, la admiración comedida, la sentencia atinada, la propuesta novedosa o la utopía que hoy asombra y el deporte no faltó en sus crónicas.

  A los dueños de periódicos, en Venezuela, Argentina, México o en otras ciudades de Hispanoamérica y los Estados Unidos, aquella audacia de palabras con criterios nuevos y juicios certeros, sonó muchas veces exagerados y pidieron mesura al cronista de 120 from Street[1], ese que hizo de vigía atento y alerta que marca el rumbo, aunque aquellos intelectuales encandilados por el gran “progreso de los Estados Unidos”, quería oír más sobre los avances vertiginosos que añoraban, que del precio social que debían pagar por ello.

  Asombra su mirada sobre el mundo lúdico que el capitalismo norteamericano potencia en la enorme Babel de Hierro, los nacientes espectáculos semi-deportivos en el que la competencia por el dinero vuelve brutal el esfuerzo de los pugilistas a puños descubiertos y pocas reglas, en tanto los “caminadores” corren hasta desfallecer día y noche, ante un público que recuerda al cronista la barbarie del circo romano. Más allá su mirada enjuicia el deporte universitario, serio en principio y nacido por la necesidad del desarrollo físico del estudiante, razones que el cronista aplaude, pero se preocupa ante el crudo antagonismo, la compulsión desmedida al triunfo y las ganancias en dinero de aquellos jóvenes, que en muchos casos abandonan su futuro profesional por la renta de sus músculos y habilidades en los equipos profesionales de béisbol, fútbol americano y en otras competiciones ya organizadas en los Estados Unidos.

  Mientras en Europa Pierre de Courbetin intenta hacer renacer los Juegos Olímpicos e impulsa el desarrollo de la ejercitación física y los deportes en colegios y universidades, como fin de hacer crecer sana a la juventud, alejada de los vicios y apoyada en los nobles ideales de los antiguos griegos, que tenían como lo más importante la competencia para mostrar las habilidades, triunfar para la gloria de sus polis, por una corona de laurel o una rama de olivo.

 En Nueva York José Martí echa de menos los nobles fines del deporte clásico y lo compara con las rudas luchas que ve en las ciudades norteamericanas, movidas por las apuestas y el brillo de la recompensa en metálico al cruel vencedor.

  Duro es su juicio a estas prácticas deportivas, degeneradas y ásperas, unas por lo brutal y desmedido, otras por alentar de las apuestas, ruina de los humildes y fuente de ingresos de los apostadores profesionales. Esa no es la competición que él desea.

  Los ejercicios físicos y la práctica del deporte ennoblecen y benefician al ser humano, el comparte esas ideas y en medio de su desaprobación, enaltece el juego como actividad humana primordial y nos recuerda que los antiguos pueblos, aquí o allá siempre han tenido costumbres lúdicas para que muestre el humano cuan hábil es, que preparado está para defender a los suyos o para honrar a dioses y antepasados en ceremonias que los glorifica por su manera de ser el más fuerte, el más ágil, el más hábil.

  Él también quiere un ser humano de “mente sana en cuerpo sano” y no se limita a decirnos que en los Estados Unidos el juego es un modo de distracción y que en Nueva York, los días de asueto y feria, se ve en cada esquina a un grupo que juega a la pelota, como ya él llama al béisbol, o la  “pelota de pie”(fútbol americano), o a la “pelota de césped”(tennis); ve las muchedumbres en domingo buscando trenes y vapores para ir a la playa o al campo y vuelve a observar el juego de los niños y adultos, disfrutando al aire libre como pueden, y la mirada se le va detrás de los yates de orgullosas velas o con los remeros veloces y titánicos que entrena para las regatas con los colegios rivales.

 Ve con asombro y simpatía a las muchachas de un colegio de avanzada, ocuparse no solo de las industrias domésticas, sino del ejercicio del cuerpo en caminatas gratificantes por la naturaleza o con los remos, buscando, como sus pares masculinos, que la salud llegue al mismo tiempo que la sabiduría.

  Este es el cronista deportivo que pocos conocen en nuestra Cuba, el hombre al que nada humano le fue ajeno y al que cada esfuerzo y triunfo de cubano, glorifica por lo que él significa para nosotros.

 



[1] Dirección de su Oficina en Nueva York

martes, 3 de agosto de 2021

 

                                             JOSÉ MARTÍ, AUTOR KAMIL BILLAUDY

“…Y MI HONDA ES LA DE DAVID”

  En medio de una emergencia sanitaria, como la que estamos viviendo en bueno recordar que en este año 2021 se cumplen 130 años de aquella “Conferencia Monetaria” convocada por los Estados Unidos de América en agosto de  1891, convite de “lobo” y “ovejas” en el que estaba en juego la propuesta de la nación norteña para crear una unión monetaria que por supuesto convenía mucho más a la burguesía yanqui que a sus vecinos latinoamericanos.

 El gobierno de Uruguay nombró como su representante en dicho conclave al cubano José Martí, por entonces Cónsul de Uruguay en los Estados Unidos, quien no fue un “Convidado de piedra” en dicha conferencia, sino un agudo crítico a las intenciones del gobierno norteamericano, he aquí, íntegra y vigente, su misiva al Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, sobre su actuación en esta Conferencia Monetaria Internacional:

 Consulado General del Uruguay

New York, 20 de agosto de 1891

A.     S. E. el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de la República Oriental del Uruguay,

doctor Don Manuel Herrero y Espinosa.

Señor Ministro:

                      Cúmpleme hoy, al remitir a V. E. el Libro de Actas de la Conferencia Monetaria Internacional Americana, dar cuenta a V. E. del desempeño del cargo de Delegado de la República ante la Conferencia, con que se sirvió el Superior Gobierno honrarme, y el cual recibí con ilimitado

agradecimiento, y la determinación de servir en él a la República con el cuidado y afecto de un hijo.

Las actas relatan, mejor que pudiera este sucinto informe, la parte que cupo a la República del Uruguay en las deliberaciones de la Conferencia, y la acción continua que en ella fue dado ejercer a su Delegado, en acuerdo estricto con las instrucciones del Superior Gobierno, y con lo que imponen a un observador vigilante los intereses patentes de nuestros países americanos.

 El reconocimiento justo y sereno de las hermosas conquistas materiales que con la ayuda incesante de la energía universal inmigradora han realizado los Estados Unidos de América, el estudio íntimo y desapasionado, sin recelo y sin deslumbramiento, de la Organización política del Norte, en que la publicidad y la frecuencia del turno salvan el régimen republicano de la mayor parte de sus propios vicios y degeneraciones, y el esmero con que el representante de una nación, siquiera sea en puesto humilde, ha de cultivar, con sinceridad cordial y expresa la simpatía del país en que ejerce sus funciones, no podían confundirse, en la mente del Delegado, a la hora de prueba de la Conferencia, con la necesidad por ningún modo útil, ni oportuna, de seguir precipitadamente, en los asuntos de la Conferencia Monetaria, una iniciativa que pudiera, en tiempos de delicadas relaciones, atraer sobre la República la animadversión de sus contratantes habituales, o entrabar, por obligaciones no compensadas, los tratos futuros del Superior Gobierno, y los individuales de los ciudadanos, con los países que demuestran de hecho su fe en el progreso del Uruguay, y consumen sus frutos.

 Con ese espíritu fortalecido por las instrucciones de V. E. y la aquiescencia de las Delegaciones en ellas señaladas, entró el Delegado del Uruguay a participar de los debates de la Conferencia, que dio puesto a la República en la Comisión de Credenciales. Ese espíritu mantuvo el Delegado desde las primeras sesiones, con el apoyo visible de la mayoría de la Conferencia. Y en él hubo de afirmarse al oír las proposiciones de la Delegación misma de los Estados Unidos, la cual en nombre del país que había provocado la reunión de la Conferencia, declaraba a ésta inoportuna e inmadura, y reconocía la nulidad de todo esfuerzo de unión monetaria entre los pueblos Americanos con el predominio o fijeza de la plata por mira, si no se contaba con el asentimiento de los mercados regulares de Europa.

 Cupo a la República del Uruguay el honor de formar parte de la Comisión encargada de informar sobre las proposiciones de los Estados Unidos, y de ser elegida por los miembros de la Comisión para preparar el informe que, unánimemente aprobado por los cinco miembros, aparece en las actas, de fojas 43 a 50.[1]

 Suscitado con tesón, al debatir el informe, en frente de los deseos expresos del mismo gobierno invitante, el plan inútil para todo fin visible, ,de mantener en permanencia la Conferencia que sus propios promotores, y la comisión unánime de informe, declaraban fuera de ocasión y lugar, mantuvo el Uruguay, con poca compañía al principio, y al fin con el voto unánime de la Conferencia, que debían declararse terminados como se declararon, los trabajos de la Conferencia Monetaria Internacional Americana.

 Cree, Excmo. Señor, el Delegado del Uruguay, haber obrado en acuerdo con las instrucciones del Superior Gobierno, y los intereses de la República, y de los pueblos Americanos; y tendría a honor singular que su gestión hubiese merecido la aprobación del Superior Gobierno, que se sirvió hacer recaer en él esta distinción inmerecida e inolvidable.

 Tengo la honra de saludar a V. E. con mi más alta y respetuosa consideración.

 

José Martí



[1] Reproducida en el Tomo VI de la Obras Completas de José Martí. Págs. 149 a 154

 

 

Guardar