lunes, 9 de marzo de 2020

CRITERIOS MARTIANOS SOBRE EL FÚTBOL AMERICANO

Tomada de https://nflencastellano.com/2017/01/30/es-el-futbol-americano-hijo-del-rugby/


Quiero en medio de este entusiasmo que se ha despertado en Cuba por el futbol comentarles acerca de las crónicas que José Martí escribió, referidas a un primo hermano del balompié, ese “fútbol americano” que tanto caracteriza a los Estados Unidos, por su rudeza, virilidad y catarsis lúdica nacional y que nuestro Apóstol vio jugar durante su larga estancia de exilio en esa nación:

 José Martí tuvo oportunidad de comentar sobre este deporte, que en su época se caracteriza por su rudeza en el terreno y el encono de los encuentros, convertidos muchas veces en batallas campales por la fuerte rivalidad, más allá del terreno de deportivo en el que se pone en juego el honor y el prestigio del jugador y de la institución que representa.

 Narró para la posteridad[1] el juego tradicional de las universidades de Yale y Princeton, que dirimían año tras año al iniciarse el curso la supremacía deportiva. Esta tirantez derivaba en violencia, tanto en la cancha como en las graderías, por lo que aquellos juegos llamados a contribuir a la formación de la joven generación, terminaban en una irracional confrontación.

 Juego hecho a la medida de aquella nación joven y ruda, el rubby simboliza como ningún otro deporte a ese país.

 En noviembre de 1884 José Martí envía a Buenos Aires esta hermosa y épica crónica donde describe la batalla campal en la que se convirtió el juego anual entre ambas universidades:

“...Dicen que el juego ha sido horrible. Era una arena abierta, como en Roma. Luchaban como Oxford y Cambridge en Inglaterra, los dos colegios afamados, Yale y Princeton... Naranja era el color de Yale y el de Princeton azul...El cielo sombrío como no queriendo ver...Los gigantes entrando en el circo, con la muerte en los ojos, llevan el traje de juego: chaqueta de cañamazo, calzón corto, zapatilla de suela de goma: ¡Todo estaba a los pocos momentos tinto en la sangre propia o en la ajena!”[2]

 El párrafo que sigue es una joya de la narración deportiva, llena de toda la emotividad de lo que ocurre en el terreno, con las palabras adecuadas y el dramatismo creciente hasta el desenlace final:

“Los de un bando se proponen entrar a punta de pie la bola en el campo hostil: y los de este deben resistirlo, y volver la bola al campo vecino. Este pega: aquel acude a impedir que la bola entre: uno se echa sobre la bola...: los diez, los veinte, todos los del juego, trenzados los miembros como los luchadores del circo, batallan a puño, a pie, a rodilla, a diente...Y cuando se apartan del montón el infeliz capitán del Yale, caída la mandíbula, apretados los dientes, lívido y horrendo, se arrastra por la arena hecha lodo... Si el día no acabase, no cesaría. Yale vence.”[3]

 Tras la conmoción del partido el Apóstol reflexiona: “El lucimiento mental se desdeña, y se enaltece el brío del músculo”[4]

 Era su modo de mostrarnos la rudeza de una sociedad en la que la espiritualidad y la nobleza eran en muchas ocasiones opacadas por la fuerza del músculo y el éxito a toda costa.





[1] Lo más probable es que su crónica se base en la lectura de la prensa de la época sobre el partido, que él luego traducirá y enriquecerá con su prosa modernista y objetiva.
[2] Obras Completas de José Martí. Tomo X, p. 132. La Habana, 1975
[3] Ídem
[4] Ibídem

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