viernes, 14 de febrero de 2020

JOSÉ MARTÍ, LOS CAMINOS DEL AMOR




En Cuba el tema de los amores de José Martí es algo que levanta serias polémicas entre entendidos y gente de pueblo que conocen al Maestro por lo mucho que su vida y su legado se difunde.
 Poeta, romántico soñador, apasionado, creció con la rima en mente y luego sus imágenes superaron aquel encabalgamiento para regalarnos sus versos rebeldes nacidos del alma, sin rima, tocando todos los tonos espirituales de un hombre que se multiplica entre el deber político y el brotar forzoso de sus años.
 Ya desde sus años juveniles se habla de aquel amor platónico por la Micaela de Mendive, “la que se hizo enterrar con sus carta y sus versos”, según la leyenda del rumor no confirmada.
 En España, joven y rebelde goza de un amor adultero que después condena por ética, pero que vivió como hombre; luego fue Blanca de Moltalvo la zaragozana que hizo estallar la “breve flor de su vida”; el deslumbramiento en México, veinteañero aún, bohemio y exitoso en ese mundo intelectual pre modernista que lo hizo amar, sufrir despechos, para caer luego rendido por una mujer de carácter, la camagüeyana Carmen Zayas Bazán Hidalgo, quien le hace olvidar las aventuras de camerino y catas fortuitas, y por vez primera lo compromete al matrimonio como ideal del amor y la tranquilidad familiar.
 Novio de Carmen conoce en Guatemala a María García Granado, la adolescente que lo ama sin condición y a quien entregó los restos románticos de sus amores insensatos. Este nuevo amor platónico será tal vez el más conocido y especulado, justo por el poema IX de “Versos Sencillos”[1], inmortalizador epitafio de un amor imposible.
 El ser político, consagrado y centrado, llevará la tormenta al hogar soñado y la estoica Carmen reclama y espera por el hombre del hogar, no solo por el amoroso esposo, sino el asegurador del porvenir de su hijo.
 En esa rivalidad de Patria y Hogar, Carmen pierde y la ruptura vendrá luego de varios intentos por rehacer el hogar en tierra extraña; pero esta “alma trémula y sola” que es Martí, encuentra en las frías calles neoyorquina a una amiga que comparte sus anhelos por la isla irredenta y sin que medie ninguna justificación lógica, porque el amor nunca lo es, y el sufrir sea el resultado de lo prohibido, Carmen Miyares termina siendo el amor maduro de un hombre en la tormenta, sin que puedan negarse otros escarceos, otras “pasiones pasajeras” que lo hacen leyenda entre poemas y cartas. Este es también nuestro José Martí, el que quiero recordar este 14 de febrero.


[1] Conocido por todos como “La niña de Guatemala”

No hay comentarios:

Publicar un comentario