Una de las fuentes de
ingresos de José Martí durante el tiempo que vivió en Nueva York fue la
traducción al español de diversos libros cuyos originales estaban en francés o
inglés. Dominaba ambos idiomas y por eso podía hacer excelentes trabajos de
interpretación y traducción que le ayudaron a vivir y mantener a su familia.
Tenía su concepción de la traducción, y aconsejaba a quien emprendía esta
importante labor, que tratara de ir a
las ideas básicas de lo que estaba escrito en el idioma original y las
trasladaran de forma que el lector en otra lengua llegara a la esencia de las
ideas del autor traducido.
Uno de estos libros que el tradujo fue la
novela “Ramona” de la escritora Helen Hunt Jackson (1830-1885), novelista
norteamericana que gozó de su amistad y
a la que apreciaba en mucho por esa noble manera de acercarse a los temas
populares y al dolor de los más humildes. Fue una activista a favor de los
aborígenes norteamericanos sometidos a la expropiación de sus tierras por el
colono blanco, principalmente los que vivían en el territorio que los Estados
Unidos habían arrebatado a México.
La novela “Ramona” es un acercamiento muy
romántico pero verídico a las penas del indio mexicano en las tierras que
habían sido ocupadas por los norteamericanos, escrita con mucho amor y con la
intención de que el pueblo de los Estados Unidos supiera los desmanes que se
cometían con esos otros seres humanos que habitaban esa nación, aún antes de la
llegada del hombre blanco.
El argumento narra los amores de una mestiza
de india y blanco (Ramona) y un indio llamado Alejandro, asesinado por colonos
norteamericanos al quererlo desalojar de sus tierras. Este hermoso y trágico amor conmovió a Martí
quien quiso que en América Latina se supiera de las condiciones de vida de los
pobladores autóctonos ante la ocupación yanqui. Era una alerta a lo que podía
pasar si ellos se apoderaban de nuestras tierras. Por eso puso tanto amor y
ternura en la traducción, a tal punto que los especialistas sostienen el
criterio de que la novela “Ramona”, es mejor novela en español, que en su
idioma original.
En julio de 1888 aparece la edición en español
de la obra, costeada por el propio José Martí, quien en 1889 hizo una segunda
edición de la misma, eran intentos de crear una editora de libros necesarios
para los pueblos hispanoamericanos y que no pudo lograr por sus escasos fondos
y su compromiso político con la
Cuba colonizada.
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