martes, 15 de julio de 2014

JOSÉ MARTÍ, EL MAESTRO




José Martí, autoretrato
 
Estas notas las escribí  para compartirlas con un grupo de jóvenes educadores cubanos en ocasión de la jornada del educador, por lo que resumen quiero compartirla con mis amigos.

 En las circunstancias actuales de nuestro país, donde el estudio permanente ha ganado un lugar preponderante en la formación del ciudadano, en un mundo competitivo, con un torrente de información que puede llegar a saturar y no enseñar, vale la pena acudir a Martí, ese adelantado cubano del siglo XIX que parece estar a nuestro lado proponiéndonos como fórmula fundamental  para esta educación permanente, un estudiante preparado para aprender solo, él frente al contenido y la información, como solución a su constante y necesaria actualización, aunque no hay que olvidar el valor del estudio colectivo como consolidador de saberes y formador del engranaje social que hace al ser humano parte de un grupo.

 José Martí desde muy joven impartió clases y era evidente que disfrutaba del oficio de enseñar, aunque  resalta su labor teórica dentro de la pedagogía y la formación del hombre. Conoció las formas de la enseñanza de su época, no solo las que se aplicaban en Cuba, con sus rezagos escolásticos y las influencias más liberarles que aplicaban maestros de avanzada, sino también que se mantuvo al tanto de los más adelantados métodos didácticos y educativos que se aplicaban en Estados Unidos y Europa, a los cuales sometió al criterio de la práctica cotidiana y a la crítica ideológica.

 Para él estaba claro que enseñar no era solo trasmitir conocimientos, sino formar valores éticos y morales que hicieran del alumno un mejor ser humano. En Martí el magisterio fue permanente, disfrutando del placer de trasmitir información y crear conciencia en los educandos.

 Puede considerársele un precursor de los métodos contemporáneos de enseñanza por el empleo de concepciones y procedimientos novedoso en el acto de enseñar, que superaba los niveles de desarrollo alcanzado por la didáctica y la metodología de su época.

 Es notoria su novedosa manera de enseñar gramática española para un grupo de adulto en una escuela nocturna de Nueva York,  para cuya enseñanza partió de la lengua viva que conocían los hablantes, sin valerse de las reglas y manuales al uso, porque su criterio era que de ningún lugar se aprendía más que de la vida práctica, sus discípulos eran obreros, gente humilde, en su mayoría negros, cubanos  emigrados a Estados Unidos en busca de mejor situación económica o por razones políticas.

 Su periodismo abundante y valioso está regido por un objetivo didáctico de mostrar el mundo, la sociedad, en sus cambios y momentos de desarrollo, máxime cuando estaba inmerso en la sociedad de más dinámico impulso tecnológico y científico de su tiempo, los Estados Unidos. Para estos fines todo tema es propicio para desarrollar y difundir conocimientos.

  Allá por la década de los 70 del siglo XIX, aparecen sus primeras reflexiones sobre temas educativos, aparecidas en la Revista Universal de México bajo el seudónimo de Orestes y  en los 80  publica  sus primeros artículos pedagógicos, uno de ellos referido  al maestro ambulante, una novedosa idea entonces para que los niños del campo aprendieran sin abandonar su medio; su acertado razonamiento lo lleva a la conclusión de que a este niño campesino era necesario enseñarle cosas que le fueran necesaria en su vida, sobre la naturaleza, la agricultura:

“Es necesario mantener a los hombres en el conocimiento de la tierra y en el de la perdurabilidad y trascendencia de la vida.”
“Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
“Ser culto es el único modo de ser libre.
“Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno.
“Y el único camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza. La naturaleza no tiene, celos, como los hombres. No tiene odios, ni miedo como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie. Los hombres siempre necesitarán de los productos de la naturaleza. Y como en cada región sólo se dan determinados productos, siempre se mantendrá su cambio activo, que asegura a todos los pueblos la comodidad y la riqueza”

 Mucho vio el Apóstol en su tiempo de residencia en los Estados Unidos, de esa época son la mayoría de sus escritos sobre temas de educación, que abarcarán diversos aspectos que van desde lo ético al contenido de las escuelas, opinando que la educación no podía estar divorciada de la vida y que si un país quiere ciudadanos útiles y cultos, debe formarlos en base al más actualizado estudio de las ciencias, pero no en la abstracción de los libros y las fórmulas solamente, sino en su interacción con la vida. Nada debe enseñarse, sino se sabe su utilidad y para ello el alumno debía estar vinculado al taller, la experimentación, la tierra, la investigación y la práctica en sentido general.

 Esta escuela creadora que Martí promueve no debía formar solo al ser humano en el conocimiento de las ciencias, sino que él presta una atención especial a la formación ética y espiritual del ciudadano.

 Al analizar la escuela norteamericana y europea de su tiempo, critica el fruto de su sistema: alumnos “duros” preparados para la competencia en un mundo de ofertas y demandas, en los que la espiritualidad no es cualidad prioritaria.

 El quería que el nuevo ciudadano de América fuera más que eso, preparado para la vida científico-técnica que se avizoraba, pero conocedor de su historia, capaz de asumirla y con un basamento ético humanista y solidario.

 En sus escritos pedagógicos dispersos en sus obras periodísticas, por suerte hoy recopilados por varios autores como Herminio Almendros y Elsa Vega Jiménez, José Martí trata temas tan interesantes como: la relación maestro-escuela; la relación de la educación con su época, la educación de la mujer(tan polémica en su época), la educación moral, la autoctonía en la enseñanza, la educación física, la relación estudio trabajo, la educación estética, la enseñanza de la historia, la educación práctica, la formación del maestro, la educación y la ternura, la relación de la educación y la enseñanza y muchos temas colaterales que muestran a un pedagogo integral preocupado porque el hombre comprenda la sociedad humana  y la naturaleza, viva en armonía con ella y este preparado para vivir en un mundo mejor.

 Su ideario pedagógico mantiene hoy su vigencia en Cuba  y en todos los que le quieran seguir en el mundo, dada su manera de interpretar  la educación del hombre, de modo integral y aplicando las más avanzadas técnicas y métodos del momento. Su profunda y amplia cultura, su experiencia social, su ideal democrático y revolucionario lo hacen uno de los intelectuales a citar en cuanto a la formación del hombre en la sociedad contemporánea.

Para cerrar esta breve semblanza sobre esta importante faceta de José Martí nada mejor que este fragmento de su pensamiento pedagógico:

“Educar es depositar en cada hombre la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida”

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