lunes, 22 de marzo de 2021

EL 25 DE MARZO DE 1895 EN LA VIDA DE MARTÍ

 

José Martí y Manuel Mantilla Miyares

El 25 de marzo de 1895 tiene mucha connotación para la vida de José Martí, estaba en la pequeña ciudad dominicana de Montecristi, días antes había llegado a Quisqueya para reunirse con Máximo Gómez y ultimar los preparativos de su próximo regreso a Cuba.

 Eran días difíciles para ellos, pues la presión que el gobierno español ejercía sobre los gobernantes del área para impedir que ellos lograran llegar a Cuba era muy fuerte.

 Se hospedaron en la casa que Máximo Gómez tenía en el pueblo y en un principio le acompañaba Manuel Mantilla Miyares, hijo de Carmen Miyares quien pretendía acompañarlo es esta expedición a Cuba, su delicada salud pulmonar hizo que Martí convenciera al joven para que regresara a Nueva York junto a su familia y pocos meses después falleció de tuberculosis.

 De esa estancia en Montecristi data la última foto de José Martí junto a Manolito, en la que el Apóstol aparece demacrado tal vez por el estresante ajetreo conspirativo.

 “Víspera de un largo viaje…” como le escribiera a su hijo José Francisco en su última carta fechada aquel día, su incansable pluma se dedicó a despedirse de sus grandes afectos, incluyendo a su madre a la que escribe una hermosa carta de despedida que debió recibir ella posterior a su muerte, dado los avatares del correo de esta época y en estas circunstancias.

 Este fue el día que redactó el célebre “Manifiesto de Montecristi”, en el que delineaba  las ideas programática de la guerra de independencia de Cuba y la relación de los cubanos con el español que vivía y trabajaba en la isla, ejemplar síntesis de la tolerancia y nobleza martiana y su visión de una Cuba Libre.

 Supongo la larga vigilia del Apóstol entre el día 25 y el 26 de marzo, testigo de la insistencia de Panchito Gómez Toro por acompañarlos a la peligrosa misión de llegar a Cuba, solo la promesa de su padre de que lo mandaría a buscar en cuanto estuvieran creadas las circunstancias, calmaron al impetuoso joven que había fraguado una hermosa amistad con el Apóstol y un compromiso mayor con su patria irredenta.

 A la madrugada del 26 de marzo abordaron en secreto la goleta que los traería a Cuba, eran además de Martí y Gómez, César Salas, Ángel Guerra y el dominicano Marcos del Rosario, comenzaba un vía crucis de traiciones, y asechos  que culminaron con el azaroso desembarco en Playitas de Cajobabo el 11 de abril de 1895.


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