miércoles, 27 de enero de 2021

28 DE ENERO

 


El 28 de enero tiene para los cubanos una carga sentimental de gran peso en el conjunto de momentos que conforman su ser nacional, ese día de 1853 nació José Julián Martí Pérez primogénito de un matrimonio humilde formado por Leonor Pérez Cabrera y Mariano Martí Navarro.

 No estamos hablando de algo desconocido, es información que los nacidos en esta isla escuchamos aún antes de ir al colegio, cuando en casa nuestros padres o abuelos se encargan de mostrarnos al hombre que se reconoció cubano cuando el país era la “Siempre fiel Isla de Cuba” y los españoles no concebían la monarquía sin esta perla antillana productora de azúcar.

 Martí nació en medio de estas contradicciones donde un pueblo se reconocía ya con sentido, otro, en relación con los nacidos más allá del mar y hacían todo lo posible por ser “tan isla en lo político como era en lo geográfico”.

 Era un país buscándose así mismo donde el joven creció y pensó, cargando grilletes cuando aún la adolescencia le permitía una sonrisa amable ante un galanteo de domingo y el rubor llegaba a sus mejillas cuando aparecía el merecido elogio por su sapiencia de viejo.

 Vida entregada a la patria irredenta, sin caminos trillados, con dificultades que podían detener a otros más preparados en la vida y con la sangrante presión por seguir el camino que se marcó desde aquella tarde habanera en que los jueces férreos, lo condenaron a la cárcel y el duro trabajo de las canteras.

 “Esclavo de su edad y sus doctrinas” se entregó a la pasión de Cuba, esa que tantos sinsabores dejó en su vida, negado por los que no le creyeron en principio y antes los cuales tuvo que crecer a la altura del conductor de pueblo para ser tenido como Apóstol.

 Hablamos del hombre en quien la naturaleza puso la tenacidad de los justos y la sapiencia de los genios, transformador, fundador y novedoso en su quehacer intelectual, siempre unido a sus razones, hombre entero, que no termina de asombrar a quienes se acercan a su obra y para orgullo nuestro, coterráneo y contemporáneo.

 Para homenajearlo se conserva su primer hogar, ese pequeño santuario de la calle Paula, donde nació hace 168 años, convertido en museo y lugar de peregrinar desde 1925, en el que la gente sencilla se asombra de que no haya mucho más de su propiedad, de que sea tan poca su huella material, comparada con su estatura espiritual y legendaria en el imaginero popular.

 Para el Museo Casa Natal de José Martí, este 28 de enero llegará al aniversario 96, que ha de servir para rendir homenaje a los iniciadores de esta tarea de custodia y vigilia por el patrimonio martiano y al que se han comprometido todos los que admiramos y seguimos este legado, para que haya asombro en el futuro y un lugar material en el que sostener la biografía martiana, que ya hoy se nos antoja, mítica.

martes, 26 de enero de 2021

LA CLAVE MARTIANA

 

José Martí

Autor Herman Norman

A principios del siglo XX cuando la decepción y la tristeza se apoderó de un pueblo que había luchado decididamente por su independencia, la gente humilde que había puesto todas sus esperanzas de mejoramiento y cambios en esta Revolución Independentista se encontró frente a la realidad de un continuismo colonial en la “República” que nació en 1902 ahijada de los poderosos que habían apoyado la colonia, los ex dueños de esclavos, los que odiaron a Martí por llamar al pueblo a la lucha por la independencia.

 Con tristeza entre los trovadores y cantores populares tomó cuerpo está canción triste que nunca olvidaremos y seguiremos cantando porque simboliza el sueño de una generación frustrada.

 En las últimas décadas del siglo XIX se pusieron de moda en La Habana, los Conjuntos de Clave, agrupaciones vocales que llegaron a copar la popularidad del público hasta las primeras décadas del siglo XX. En el barrio del Pilar, como en otros barrios habaneros se crearon conjuntos con este formato, uno de los más conocidos fue “La Llave de Oro”, que tenía como clarina, voz principal, a una bella mulata llamada Caridad Valdés. Dedicada a ella un músico del momento llamado José Tereso Valdés, le escribe la canción “Aquí falta una voz”, que ella no quiso cantar nunca, pero al morir ella, su última voluntad fue que le cantaran aquella clave que le compuso Tereso.

  La melodía se hizo popular durante el período de ocupación yanqui y pocos años después otros músico cubano, Emilio Villillo, le puso una nueva letra a la música de Tereso, esta vez dedicada a José Martí, desencantado por el resultado de la Revolución independentista y el entreguismo de los políticos de la época, se inmortaliza la “Clave a Martí”, que durante los años de la República burguesa vino a la mente de los cubanos cuando tenía delante alguna injusticia que reparar o un mal uso del digno nombre del Apóstol.

Clave a Martí

Autor: Elio Villillo

Música: José Tereso Valdés

Aquí falta señores, ¡ay una voz! (bis)

Es la voz del sinsonte cubano

De ese mártir hermano

Que Martí se llamó

¡Ay se llamó!

Martí no debió de morir

¡Ay de morir!

Porque fuera el maestro y el guía

Otro gallo cantaría,

La patria se salvaría

¡Y Cuba sería feliz!

  Con el triunfo de la Revolución y el cambio de circunstancias histórica para nuestro pueblo, la maestra Cuca Rivero compuso otra letra para la música de José Tereso  Valdés, que reflejaba las alegrías por la justicia conquistada y el deseo de mantener vivo a Martí con la nueva alborada de Cuba:

 

Clave a Martí

Autor: Cuca Rivero

Música: José Tereso Valdés

Aquí falta señores, ¡ay una voz! (bis)

Es la voz del sinsonte cubano

De ese mártir hermano

Que Martí se llamó

¡Ay se llamó!

Martí ahora vuelve a vivir

¡Ay a vivir!

La Revolución inspira

A Fidel sirve de guía

¡Y mi Cuba ya es feliz!

 

 

martes, 5 de enero de 2021

JOSÉ MARTÍ Y LA GENERACIÓN CUBANA DE 1923

 

Autor Carlos Enrique

La generación cubana de 1923 es una generación puente entre los que  lucharon por la independencia de Cuba y habían visto frustrados sus sueños de independencia y soberanía por la intervención de los Estado Unidos (1898-1902) y los jóvenes que en la década del veinte del siglo XX exigían un cambio para mejorar los males de la sociedad cubana, empantanada en un limbo de “independencia regida” por intereses yanquis.

  Eran jóvenes  que se avergonzaban de la “politiquería” nacida en la República mediatizada por la Enmienda Platt[1], que denuncian los robos y fraudes muy frecuentes en los gobiernos de Cuba de esas primeras décadas y que nacen a la luz pública justamente con una protesta colectiva de jóvenes intelectuales[2] en contra de un sonado fraude del gobierno de Alfredo Zayas.

 Esta generación de cubanos estaba dispuesta a cambiar la situación de Cuba y para ello se organizaron y encabezan un movimiento cultural renovador que pone a la isla al tanto de las corrientes más de vanguardias desarrolladas en el mundo.

  Es en medio de estas circunstancias en que la obra de José Martí, poco conocida y estudiada, fue ocupando un espacio mucho más amplio e influyendo mucho más en la formación ideológica de aquella combativa “generación del 20”. Gonzalo de Quesada, Fermín Valdés Domínguez y la generosa emigración revolucionaria que en su mayoría regreso a Cuba a principios del siglo XX, dan a conocer al Martí de claro pensamiento latinoamericanista, antimperialista, que basó el desarrollo del Partido Revolucionario Cubano  sobre la confianza de los más humildes, que hizo de su divisa, “Con todos y para el bien de todos” la base de su proyecto de República y que advertidor y consecuente había regresado a Cuba a luchar por esas ideas o morir en el empeño.

  Fue un joven de esta generación quien al acercarse a los textos martianos, escribió en 1926 un artículo que tituló, “Glosas al pensamiento de José Martí”, en el que no nos habla del poeta, del escritor, sino del Martí que la burguesía cubana quiso esconder, el antimperialista, amigo de los humildes y luchador por el mejoramiento humano.

  Ese joven era Julio Antonio Mella, líder estudiantil, fundador del primer partido comunista en Cuba y una de las figuras más radicales del movimiento revolucionario cubano.

  Mella demuestra que José Martí estaba vigente, que sus palabras no eran viejas y que podían servir para seguir luchando por alcanzar una vida mejor para su pueblo.

Es por eso que dice en su artículo: “Es imprescindible, que una voz de la nueva generación, libre de prejuicios y compenetrada con la clase revolucionaria de hoy, escriba ese libro. Es necesario dar un alto y, si no quieren obedecer, un bofetón a tanto canalla, tanto mercachifle, tanto patriota, tanto adulón, tanto hipócrita… que escribe o habla de José Martí”[3]

  Más adelante en su escrito, Mella hace un breve análisis de la obra del Apóstol, como antimperialista, internacionalista y su vinculación con la clase trabajadora, concluyendo que sus ideas no entran en contradicción con el socialismo, que se puede ser martiano y socialista, porque lo objetivos son similares.

 Pero no fue solo Mella, muchos jóvenes de esa generación continuaron las enseñanzas de Martí a partir del conocimiento de sus escritos y la continuidad de su obra social. En esos tiempos de “hacer” cuando el sueño de cambios parecía cercano, Martí se convirtió en paradigma y continuidad.

 Raúl Roa resume este período intenso de la historia nacional y la presencia martiana en ella con estas palabras de extraordinaria vigencia:

“Escribir o hablar de Martí puede cualquiera. Lo que ya no puede cualquiera es vivir, como propia, la vida de sacrificio, de abnegación y de coraje que vivió Martí, en tensión heroica contra lo que es y está superado, es patrimonio exclusivo de los que viven para Martí y no de Martí.”[4]

 [1] La Enmienda Platt fue un tratado impuesto a Cuba por el Gobierno de Estados Unidos en el que se constitucionalizaba el derecho de ese país de intervenir en Cuba cuando sus intereses estuvieran en peligro, aprobado en 1902 se mantuvo en pie hasta 1934 en que “ellos decidieron derogarlo” por obsoleto.

[2] Este movimiento se produjo el 18 de marzo de 1923 y se conoce en la historia de Cuba como “La Protesta de los trece”, por el número de los firmantes, y estaba encabezada por el joven abogado Rubén Martínez Villena, quien devino líder comunista hasta su muerte en 1935.

[3] Valoración Múltiple  José Martí, tomo I, pág. 51

[4] Valoración Múltiple  José Martí, tomo I, pág. 79