Ese refrán tan verdadero como muchos otros,
parece estar funcionando para gentes que en Cuba sufren de desmemoria crónica,
eso que han entrado en la catarsis de la negación completa en cuanto se tratan
temas internos del país.
Ya han nacido y crecido en Cuba más de tres
generaciones bajo el signo verde olivo de la Revolución de Fidel Castro, esa
que significó un cambio cualitativo y cuantitativo para la sociedad cubana en
particular y un ejemplo para los millones que en el mundo permanecen al margen del vertiginoso cambio
social y tecnológico que vive la humanidad, no porque ellos quieran, sino
porque la parte que le corresponde en esa distribución social está engrosando
la fortuna de familias y grupo de élite que dominan el poder en esas
sociedades.
Quiero recordar que la Revolución Cubana, socialista
e igualitaria (tal vez demasiado) significó el acceso de las masa a los
servicios sociales básicos de toda la población de Cuba, blancos, negros,
tuvieran la religión que tuvieran, trabajaran o no, en fin todo aquel que fuera
ciudadano de este país.
Desde el surgimiento de la Revolución, frente
a sus deseos y realidades por cambiarle la vida al cubano, apareció el enemigo
más grande que puede tener cualquier país o grupo humano, negado a seguir los
sacrosantos preceptos de la “democracia representativa”, “la libre empresa”,
“respeto a la propiedad privada”, “los derechos humanos”(entendidos a la manera
burguesa), y el modo de vida
consumista, egoísta y edonista que necesita el capitalismo para sobrevivir
vendiéndonos un futuro que no es para todos. Ese enemigo tiene nombre: Estados
Unidos de América, su oligarquía, gobierno y grupos de poder, que no pueden
tolerar esa herejía a las puertas del imperio y como no pudo destruirla militarmente(luego de
haberlo intentado) condenó a este país a un BLOQUEO ECONÓMICO TOTAL, que tiene
como fin rendirnos por hambre, debilitar la capacidad de resistencia del
cubano, sumirnos en las precariedades y demonizar el proceso revolucionario
ante los ojos del mundo (por algo son los dueños de los grandes medios de comunicación),
lo peor de todo es que apuestan por el
desgaste, por el tiempo, por la propaganda subliminal que nos inunda y por
nuestra incapacidad de cambiar, de adaptarnos a las nuevas circunstancias, por
la banalidad y la superficialidad que hacen innecesario(porque es “teque”) el
seguir hablando de la realidad, trabajar sobre nuestras limitaciones, confiar
en todos, pero controlar, crear un espacio de libertad y creación, pero tener
siempre presente que el egoísmo es un antivalor, intrínseco al ser humano y que
resolver “mi problema”, no me quita el deber de ayudar a resolver el del otro,
el de todos.
Por estos días hará un año de ese cambio
positivo en la política exterior de los Estados Unidos, ese que sus
funcionarios, empezando por el propio Obama insisten en decir que no significan
que renuncien a alcanzar sus objetivos, pero por otras vías, la del
diversionismo, la del reblandecimiento y el egoísmo de los que quieren vivir
mejor ellos, aunque los demás se jodan.
Lo nuevo siempre aparece en base a la
experiencia anterior, la dialéctica en ciencia y en lo humano, aunque a veces
la convirtamos en dogma, se cumple.