lunes, 24 de noviembre de 2014

DE REGRESO





 Parque José Martí en Guantánamo, la ciudad de mis amores

 De tanto en tanto es bueno hacer mutis y reflexionar, vivir y esperar, a modo de poder tener mayor perspectiva de los temas que uno quiere tratar, por ello a veces hago silencio y trato de leer más que de escribir, observar el pedacito de mundo que me toca vivir y tratar de interpretarlo… me da muy buen resultado.
 El fin de mi espacio no es la celebridad, ni el altisonante tono de la estrella, sino el criterio del hombre común, ese que no tiene camisa, pero quiere trasmitir lo que pasa en su aldea, su rincón y su vida, que al fin y al cabo es la humanidad que conozco.
 Andar la vida por esta isla que cambia sin traumas, tiene su precio, por un lado ver la pragmática de la abeja predominando en los míos, laboriosidad como sinónimo de progreso, vista fija en metas precisas y ojo avizor a la espiritualidad de los valores que garantizarán  la salud de la sociedad cubana.
 Alguien dijo una vez y el vulgo repitió miles de veces, “que este era el único país donde se podía vivir sin trabajar”, y de ello no tuvo la culpa del todo el pueblo, sino la desvalorización del trabajo como fuente de bienestar y el empadronamiento de un estado “paternalista” y “monolítico” que como padre recto e intransigente te imponía el aquello, de “yo te mantengo, tú me obedeces”.
 “Sin prisa, pero sin pausa” como dijo el presidente Raúl Castro, esto va cambiando, la democracia se hace real, participativa y “diversa”, “contestataria”, porque es el único modo en que no se acomode esa  “real e incómoda” burocracia estatal, prepotente y muchas veces corrupta, hasta que le cae el peso de la Ley, que en Cuba no son nada contemplativa.
 No estamos construyendo el capitalismo como algunos retrógrados de izquierda temen, estamos perfeccionando un sistema que admite la participación del pequeño y mediano productor, de la iniciativa personal, de los artistas, artesanos, campesinos, intelectuales y de todos aquellos que de buena fe quieran ganarse su dinero en Cuba, sin especular, sin sobornar, ni explotar al pueblo, para eso si tenemos un estado fuerte, claro en sus funciones de salvaguardar los interés soberanos de la sociedad y mejorar esas conquistas sociales que hoy son un orgullo para nosotros, aunque haya algunos que la disfrutan, pero la denigran, de todo hay en la viña del señor.
 Ese es mi mundo, en el cual participo desde donde me toca, activo, escuchado y actuante.
Saludos