jueves, 14 de julio de 2022

JOSÉ DE TODOS LOS CUBANOS

La saturaciones suelen ser perniciosas para el entendimiento humano, y más en tiempo como este en que se acude a la constante vuelta alrededor de un mismo tema, para anularlo por cansancio, eso pasa con la historia y en particular con las figuras históricas “molestas” para los que sostienen el pragmático sentido de vivir el momento y lo demás dejárselo al “pasado”. Nuestro José Martí es una sólida figura intelectual, que vivió en el siglo XIX pero que se empeña en seguir vivo en el presente, no tanto para andar de modas, sino para “dejar su visión de vanguardia”, hombre de todos los tiempos y sacudirse de los cliches de tirrios y troyanos que intentan ponerlo de su lado como si ya no estuviera del lado de los justos, por eso es bueno volver a él de la mejor manera, leyendo sus textos, sin sacar las “frases” que puedan molestarnos, dejándolas en contextos y sacando tus propias conclusiones como diría el conocido Taladrid. En mi muro José Martí vuelve a tener un espacio

viernes, 27 de mayo de 2022

MARTÍ, SU ÚLTIMA CARTA

La muy conocida carta inconclusa que José Martí comenzó a escribir el 18 de mayo de 1895 en el Campamento de Dos Ríos ha devenido hoy como su testamento político por la manera resumida en que le escribe a Manuel Mercado, ese amigo mejicano devenido en depositario de sus grandes preocupaciones políticas y sociales. Justo en mayo, el mes hermoso y lluvioso en esta isla tropical, lleno de todas las preocupaciones políticas que le embargan, hace resumen de su pensamiento político en cuanto a los futuros destinos de su isla amada, volverlo a leer crea la sensación de reafirmación de esa contundente escritura, devenida hoy en documento político y actual: Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895: " Sr. Manuel Mercado Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir, ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber-puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos -como ese de Vd. y mío,-más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los Imperialistas de allá y los españoles, el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia,-les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas:-y mi honda es la de David. Ahora mismo, pues días hace, al pie de la victoria con que los cubanos saludaron nuestra salida libre de las sierras en que anduvimos los seis hombres de la expedición catorce días, el corresponsal del Herald, que me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta sólo de que haya un amo, yanqui o español, que les mantenga, o les cree, en premio de oficios de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,-la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,-la masa inteligente y creadora de blancos y de negros. Y de más me habla el corresponsal del Herald, Eugenio Bryson:-de un sindicato yanqui-que no será-con garantía de las aduanas, harto empeñadas con los rapaces bancos españoles, para que quede asidero a los del Norte;-incapacitado afortunadamente, por su entrabada y compleja constitución política, para emprender o apoyar la idea como obra de gobierno. Y de más me habló Bryson,-aunque la certeza de la conversación que me refería, sólo la puede comprender quien conozca de cerca el brío con que hemos levantado la Revolución,-el desorden, desgano y mala paga del ejército novicio español,-y la incapacidad de España para allegar en Cuba o afuera los recursos contra la guerra, que en la vez anterior sólo sacó de Cuba.-Bryson me contó su conversación con Martínez Campos, al fin de la cual le dio a entender éste que sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los Estados Unidos a rendir la Isla a los cubanos.-Y aún me habló Bryson más: de un conocido nuestro y de lo que en el Norte se le cuida, como candidato de los Estados Unidos, para cuando el actual Presidente desaparezca, a la Presidencia de México. Por acá yo hago mi deber. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas, a que sólo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aún contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos, que jamás la aceptarán de un país en guerra, ni pueden contraer, puesto que la guerra no aceptará la anexión, el compromiso odioso y absurdo de abatir por su cuenta y con sus armas una guerra de independencia americana. Y México, ¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará,-o yo se lo hallaré.- Esto es muerte o vida, y no cabe errar. El modo discreto es lo único que se ha de ver. Ya yo lo habría hallado y propuesto. Pero he de tener más autoridad en mí, o de saber quién la tiene, antes de obrar o aconsejar. Acabo de llegar. Puede aún tardar dos meses, si ha de ser real y estable, la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo. Nuestra alma es una, y la sé, y la voluntad del país; pero estas cosas son siempre obra de relación, momento y acomodos. Con la representación que tengo, no quiero hacer nada que parezca extensión caprichosa de ella. Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué, catorce días, a pie por espinas y alturas, mi morral y mi rifle;-alzamos gente a nuestro paso; -siento en la benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto, que en un mes sólo he podido oír un fuego; y a las puertas de las ciudades, o ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego religioso, a tres mil armas; seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana,-la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios. Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé cómo se encienden los corazones, y cómo se aprovecha para el revuelo incesante y la acometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas, y las cosas de hombres, hombres son quienes las hacen. Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la Revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros. Y ahora, puesto delante lo de interés público, le hablaré de mí, ya que sólo la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que Vd. lo enorgullece. Ya sé sus regaños, callados, después de mi viaje. ¡Y tanto que le dimos, de toda nuestra alma, y callado él! ¡Qué engaño es éste y qué alma tan encallecida la suya, que el tributo y la honra de nuestro afecto no ha podido hacerle escribir una carta más sobre el papel de carta y de periódico que llena al día! " Hay afectos de tan delicada honestidad...

jueves, 26 de mayo de 2022

LOS ESTUDIOS CULTURALES EN CUBA

“Enfrascado en estudios monográficos, los historiadores a veces destinamos menos tiempo a las demandas del público mayor que exige se les proporcione el conocimiento de sus antecedentes de comunidad activa y creadora, puesto que es el incentivo ético más poderoso para forjar su porvenir” Dra. Olga Portuondo Zúñiga Tenemos más de quinientos años de cultura e historia conformada en ese choque cultural que fue la conquista de nuestras tierras de América, esta isla fue el segundo territorio en que fijó su ambición el “abuelo” hispano, que no venía a quedarse, sino a hacerse rico y luego volver a la tierra que los había despedido pobres y donde soñaban volver cargados de oro. Sueño vano y torpe que se le trocó en desilusión primero, y en conformidad después, la mayoría no volvieron y se quedaron en esta isla, primero como trampolín para ir más lejos a tierra firme y luego para hacer hogar, mezclarse con otros seres humanos y forjar una de las culturas más singulares del nuevo mundo, comenzó entonces y desde entonces la TRASCULTURACIÓN de las que tanto nos habló don Fernando Ortiz y de la que no fuimos conciente, fue a pesar de esos conquistadores y de los sufridos que fueron traídos a la fuerza a lo largo de estos cinco siglos para hacer producir a la más “hermosa tierra que ojos humanos vieron”, según Cristóbal Colón. Hace algunos años me enfrenté como alumno, a un problema no resuelto por la historiografía cubana, la falta de un texto sencillo pero abarcador acerca de la evolución de la historia de la Cultura Cubana, siempre pensé en un Manual, no a la usanza de esos dogmatizados y escolásticos manuales filosóficos de los que padecimos en Cuba, allá por los inquietantes años sesenta y setenta, sino al estilo del escrito por ese gran historiador cubano que es Ramiro Guerra, abarcador de hechos históricos, con análisis profundos de nuestro devenir nacional y del que no pueden prescindir los historiadores cubanos contemporáneo. En Cuba los investigadores y especialista se han dedicado a seguir la huella de las manifestaciones culturales y del arte de manera monográfica, así hemos tenido en la historiografía cubana, libros como “La Música en Cuba” de Alejo Carpentier; “La Selva Oscura” de Rine Leal, dedicada a la historia del teatro; estudios sobre el arte cubano de Jorge Mañach, Adelaida de Juan y Graciella Pogolotti; Salvador Bueno, para la literatura y muchas monografías, ensayos y artículos que han ido perfilando el quehacer cultural de la isla, pero no tenemos una monografía abarcadora de esos estudios estudio. Es un reto y habrá que emprenderlo, sin miedo al juicio, ni parcializaciones ideológicas que traigan más confusión que luz, habrá que poner a cada uno en su lugar y señalar luces y sombras, esa es tarea ardua si queremos que el rico pasado histórico de nuestra patria sea algo más que crónica de antaño o justificaciones de políticos.